EDITORIAL
Realidad
y coronavirus (La tapa que tapa la tapa).
por
Andrés Respeño.
Foto: https://www.perfil.com/noticias/sociedad/coronavirus-buenos-aires-fotos-ciudad-vacia-cuarentena-obligatoria.phtml#lg=1&slide=7 (Pablo Cuarterolo)
Tenemos
que cuidarnos del coronavirus, así como también del dengue y del sarampión.
Respecto
al dengue sabemos que tenemos que descacharrar -o sea quitar los cacharros en
donde se acumula agua para que el mosquito no deposite sus huevos allí-, utilizar
repelentes y sumado a esto, una adecuada fumigación por parte de las
autoridades competentes. En lo que respecta al sarampión, simplemente debemos vacunarnos.
Sin
embargo, sobre el coronavirus (COVID-19) todavía no tenemos una idea acabada de
cómo combatirlo, principalmente porque la cepa del virus es nueva y todavía se
conoce poco de ella. De todas maneras, el hoy Ministerio de Salud está brindando
una tarea comunicacional y sanitaria de prevención que, a juzgar por un grupo
importante de infectólogos, entre ellos el reconocido Dr. Pedro Cahn, es la correcta.
Desde
El Tambor, aconsejamos a nuestros lectores a seguir algunos tips que publicamos
en una de las notas de este número. Más allá de nuestro humilde aporte
comunitario, advertimos que, a partir de esta pandemia, en los medios de
comunicación masivos abunda una tendencia a inundar de datos que no siempre son
certeros. Noticias, reportajes, opiniones, y hasta chismes varios, ocupan todo
sobre todo el espacio televisivo y se dan en el marco de una pelea mediática por
atraer audiencia sin medir consecuencias, dando como resultado una gran desinformación.
Es
así que pudimos ver en las pantallas a científicos de renombre cuestionados por
periodistas desde un dudoso sentido común; o a un notero esperando pasajeros
recién arribados con un ridículo barbijo cuando es sabido que la utilización
del barbijo no es de uso recomendable si no se está infectado. Evidentemente,
el coronavirus es la mejor y más barata película de terror mezclada con cine
catástrofe que usufructúan hoy algunos medios de comunicación.
Pero
no solo esta mezquindad se da en estos medios. En el anuncio del pasado 11 de
marzo sobre las nuevas medidas para combatir el coronavirus, el jefe de
gobierno de la Ciudad, en ningún momento del extenso anuncio ni en la posterior
conferencia de prensa, mencionó estar en contacto con autoridades sanitarias nacionales,
como si los límites de la pandemia se extinguieran al cruzar La General Paz. Por
suerte a los pocos días, tranquilizó verlo en Olivos junto al Presidente y al
Gobernador de Buenos Aires anunciando las nuevas medidas y al lunes siguiente, nombrar
en dos oportunidades que se está trabajando en conjunto con el gobierno
nacional.
Otro
caso paradigmático es el de Donald Trump, que primero minimizó el riesgo, luego
tomó la arbitraria medida de cerrar sus fronteras por treinta días a los vuelos
que llegan desde Europa, y por último catalogó al COVID-19 como un “virus
chino”, vía Twitter. Lo que da a preguntarse en una primera lectura si esta prevención
fue de índole sanitaria, económica o ideológica.
Sobre
el origen del virus no podríamos especular. Pero sí podemos pensar en las
consecuencias de su expansión. Sabemos que puede ser letal, a la vez que nos
damos cuenta de los estragos que causa en algunos países, aquellos que cuentan
con grandes deficiencias sanitarias y hasta incluso, algunos que entregaron la
responsabilidad sanitaria de la población al tan mentado mercado.
Por
tales motivos es conveniente estar atentos, agudizar nuestra mirada, dar
crédito a lo que vemos y no a lo que nos quieren mostrar. Es tranquilizador que
el presidente de la Nación esté al mando
de todas las medidas que se están tomando y que revisten elogios en el exterior.
La merma de circulación de las personas es la columna vertebral de la lucha que
entre todos tenemos que dar.
Mientras
tanto, en Montserrat han disminuido las personas en situación de calle, y en
las panaderías no se ven las colas para recibir el pan que sobró del día. La
aparición de la tarjeta alimentaria y la gratuidad de 170 medicamentos para los
jubilados de Pami - que son un segmento importante de la población en riesgo -,
son logros que inciden en esta realidad. Medidas que, desgraciadamente, no tienen
la difusión correspondiente al beneficio que vinieron a traer. El BAP (Buenos Aires Presente) también está trabajando a dos manos. Nobleza obliga, a pesar de las deficiencias históricas, pareciera que la situación ha generado que se esté a la altura de las circunstancias. Veremos con el correr de los días.
No
minimizamos la pandemia, más bien, todo lo contrario. Debemos prevenir antes
que curar y hacer caso a las recomendaciones oficiales: recuperar lazos de
solidaridad en este momento es esencial para que la situación se pueda llevar
de la mejor manera posible. Sin embargo, notamos que todavía hay quienes tienen
la intención de hacer pasar esta situación como lo único relevante. Tal es así,
que muy poco se habla de la alarmante cantidad de casos de dengue en toda la
Argentina y en particular en la Ciudad de Buenos Aires. Y esto nos recuerda
aquella publicidad de un diario argentino: “La realidad se puede tapar o se
puede hacer tapa”.
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