EDITORIAL
Siempre volverá.
Por Martín Ciraolo
Foto: Centro Murga La Gloriosa de Boedo
“30 días trae septiembre, con abril, junio y noviembre;
de 28 solo hay uno, los demás de 31”, reza el dicho. Veintiocho días, qué mes corto. Corto, pero con fuerza.
Venimos de un enero donde las estelas del campeonato del mundo logrado por
Messi y compañía todavía flotaban en la atmósfera. La ola de calor con picos de
casi 40 grados mermó la presencia de gente en las calles aunque, según datos
oficiales casi 22 millones de personas se movilizaron por todo el país en
materia de turismo interno y aprovechando las vacaciones. Claro, enero es “mes
de vacaciones”; febrero también, pero es la antesala al inicio de las clases
para los pibes y pibas, para el arranque “fuerte” del año. Pasa rápido y con
calor.
Mas allá de los debates entre quienes prefieren el verano o las
temperaturas un poco más bajas -y que no es la intención de estas líneas
sacarla a flote- febrero es el mes del carnaval. Banderines que atraviesan las
avenidas, escenarios, pomos de espuma y mucha alegría en los barrios. La gente
de a pie sale al corso a pasar un buen rato, mientras busca algo en alguna
parrillita para comer o escucha las intervenciones de las distintas murgas que
ensayan sus canciones o bien, desfilan y bailan por las distintas avenidas
donde estos se desarrollan.
A veces, solo a veces, las personas suelen olvidar algunos detalles de la
historia. Puede ser que distintos derechos conseguidos se naturalicen, como así
también el bombardeo mediático genera las condiciones para no tener presentes
desde donde venimos, cuál fue el punto de partida para llegar hasta lo que hoy
tenemos.
El carnaval es una de las expresiones populares más antiguas y, de acuerdo
con la situación por la que atravesaba cada lugar, cada pueblo, fue adoptando
distintas formas. En el siglo XIX era la fiesta de los sectores plebeyos y,
durante la primera mitad del siglo XX, tuvo como característica principal ser
una semana de orquestas, comparsas, disfraces, bailes y máscaras en las calles,
cines y clubes de todo el país.
Pero no todo fue alegría. A partir de 1976 con la llegada de la dictadura
cívico-militar, sin dudas de los períodos más oscuros de la historia de nuestro
país, las distintas expresiones del carnaval fueron prohibidas y perseguidas
por el terrorismo de estado. Pese a la violencia y censura estatal de
esos años, los carnavales resistieron. Será con la recuperación de la
democracia, en 1983, que los carnavales recuperaron la libertad para poder
expresarse y recién en 2010, el gobierno de Cristina Kirchner decretó la
restitución de los feriados de carnaval en nuestro país, volviendo a reconocer
y poner en valor, desde el Estado, estas expresiones y celebraciones de nuestra
cultura popular.
Así llegamos nuevamente a tener los feriados de carnaval en febrero. Y así,
nuevamente tuvimos otro golpe directo: la pandemia. Barbijos, distancia social,
incluso largas semanas de aislamiento. De no vernos, de no compartir
presencialmente, de no tocarnos. ¿Dónde quedó la alegría? Allí está; esta
versión de carnaval Febrero 2023 quizás es la primera en plenitud de las
calles repletas de gente.
Parte de los desafíos que tenemos que afrontar este año, bien sosteníamos
en nuestra edición anterior, pasa por allí. Por mantenernos firmes, de hacerle
frente a las luchas que como pueblo se nos presenten, pero sin perder la
alegría. Sin permitir que aquellos que precisan de un pueblo desmovilizado,
desanimado, desmoralizado, ganen esa pulseada antes de comenzarla. Es difícil;
pero también forma parte de nuestra responsabilidad.
Mantener alto la autoestima, saber que este pueblo ha conseguido muchísimos
logros y ha sabido reponerse a muchísimas adversidades. Alegres y en las
calles, aunque tengamos picos de 40 grados de temperatura (y Edesur nos corte
el servicio, pero ese tema lo dejamos para la próxima)
Líneas atrás mencionábamos el período 1976-1983, la fuerte crisis del 2001,
y ahora, como si fuera cíclico, el Fondo Monetario Internacional de vuelta
auditando nuestras cuentas. Pero a pesar de todo, aquí estamos.
Siempre volvemos, como el carnaval.
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