martes, 14 de noviembre de 2023

Lo que está en juego

OPINIÓN

Lo que está en juego

 


El cambio climático se hace sentir en nuestro suelo, en nuestra tierra. Vernos en pleno noviembre sacar una campera abrigada, que llueva –fuerte y bastante- son paisajes poco recurrentes para esta altura del año. También es poco recurrente tener que volver a discutir cosas que ya están discutidas hace mucho. Como si bastar con elevar una mano para tapar el sol; a lo sumo, no nos dará de frente y en el rostro, pero ¿cuánto tiempo puede sostenerse?

Hace unos pares de años atrás, la sociedad argentina se encontraba con muchas discusiones sobre la mesa; cosas importantes que, van más allá del ojo del lector o el paladar de quién esté consumiendo tal o cual información. Producir nuestros propios satélites y ponerlos en órbita, la ley de identidad de género, los medicamentos genéricos, la asignación universal por hijo, en plena pandemia, hasta soñamos con tener nuestra propia vacuna contra el COVID 19. La lista es muy larga, podríamos seguir. Cada una de estas medidas iban en pos de ampliar el universo de sectores alcanzados por derechos básicos que el Estado debe garantizar.

Hoy, noviembre de 2023, tener que discutir si está bien o mal vender órganos o niños, discutir al Papa Francisco, a José de San Martín, si fueron 30.000 los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar o la soberanía de las Islas Malvinas, nos lleva a, obligatoriamente, tener que parar la pelota y realizar una profunda reflexión. ¿Son acaso cuestiones válidas para discutir cuando son debates ya saldados en esta sociedad? En estos últimos días, volvimos a escuchar en algunos programas de TV, personas manifestándose a favor de la vuelta del servicio militar obligatorio. ¿Ya olvidamos el caso Carrasco que puso fin a la conscripción?

El enojo, malestar o insatisfacción que se generó en torno a que la gestión de Alberto Fernández al frente del ejecutivo nacional no fue lo totalmente eficaz en torno a expectativas depositadas allí hace cuatro años atrás se suma a un caldo de cultivo generado por medios masivos de comunicación y hoy más que antes, las distintas plataformas digitales (portales, redes sociales, espacios para generar contenido audiovisual) donde proliferan discursos anti tolerantes o inclusive, mensajes de corte fascistas. La descalificación constante del otro, la agresión como método para contestar, degradar, humillar a quien tenemos en frente,

¿De qué otra manera se puede explicar lo que estamos viviendo? Aquí no somos neutrales. Tenemos nuestras reservas, como cualquiera. Nuestro colectivo está integrado por gente de distintas bases ideológicas y que, inclusive, a la hora de emitir su sufragio tanto en las elecciones Primarias como en las Generales de octubre, decidieron inclinarse por distintas opciones. Sin embargo, ahora sí hay un límite. Un límite, una barrera imposible de cruzar. Un camino que conduce directamente al abismo, a la nada; a la incertidumbre total. A la quema del Banco Central, aun cuando mucha gente no conoce el rol que tiene esta entidad y que no es “darle a la maquinita para imprimir billetes”. Eso se estudia en el colegio secundario: es el organismo rector del sistema financiero de nuestro país, es el encargado de la política monetaria; es el banco de bancos.

Días atrás, la novedad era esa: ir en contra de la “casta”, de lo “enquistado”, de lo “tradicional”. Hoy, ya escuchamos que no se eliminarán los planes sociales de un día para el otro; que ANSES y PAMI seguirán existiendo, que “no se va a quitar la ayuda para los que la necesitan”. Un escenario bastante similar al 2015. Lo cierto, y esto sin emitir juicio de valor, el discurso se moderó. Entonces cabe la pregunta, ¿cuál es la versión auténtica? ¿la de la libre portación de armas o la de hacer cumplir la ley vigente? ¿la de la libre venta de órganos o la de que no existe en la plataforma electoral? ¿la de la casta tiene miedo o la que acuerda con Patricia Bullrich y Mauricio Macri?

Muchas preguntas, muchos interrogantes. Una certeza. El Tambor de Montserrat no es neutral; aquí sí sabemos que, a pesar de todas las dificultades, con Milei no vamos a ninguna parte e invitamos a acompañar a Massa. Si nos equivocamos, desde estas páginas, seremos los primeros en salir a publicar las cosas que consideramos que estén mal; pero haciéndonos cargo que la opción viable, es la de elegir la bandera argentina.


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