ANÁLISIS + ACTUALIDAD
¿Quiénes son esos “mismos de siempre”?
Como cada vez que se trata una
ley, nuestro barrio es epicentro de todos los hechos que suceden, valga la
redundancia. Sin ir muy lejos en el tiempo, la avenida Rivadavia o bien, la
plaza de los dos Congresos fueron escenarios de movilizaciones pacíficas en las
que miles de personas se han acercado a celebrar la recuperación de YPF, de la
ANSES, el aborto legal, las leyes de inclusión previsional, matrimonio
igualitario, la ley de identidad de género, entre otras.
Pero ese “entre otras”, es una
referencia a cuestiones que estén vinculadas a la ampliación de derechos. En
esta oportunidad, volvemos a encontrarnos en un lugar que nos lleva a
retroceder. Tal como funciona en el juego de la Oca, en el que justo caes en un
cuadrante que te dice “retroceda 4 casilleros”. Otra vez. Sí, otra vez, como
sucediera hace no tantos a años.
Sin historizar demasiado, las
últimas represiones por parte de las fuerzas de seguridad se dieron durante el
gobierno de Mauricio Macri. Vale la aclaración, porque se han suscitado hechos
complejos en los últimos tiempos: quema pública de barbijos en 2020, bolsas
mortuorias frente a Casa de Gobierno en 2021, un intento de asesinato a la
vicepresidenta de la nación en 2022. No represión. Cero. En otra oportunidad,
si es del paladar de usted que lee esto, podemos abrir esa discusión; aquí no
viene al caso.
Lo que si viene al caso es que a
pesar de todas esas cosas que pasaron, no hubo represión policial. Entonces,
debemos ir un poco más atrás: ley de reforma previsional de 2017. Modus
operandi similar: movilización pacífica durante las primeras horas del día; las
horas empiezan a correr y, luego de la desconcentración de algunos sectores,
comienzan los desmanes; desmanes producidos por “los mismos de siempre”,
dijeron en algunos medios de comunicación.
¿Quiénes son esos “mismos de
siempre”? Si recuperamos un trabajo realizado por INADI durante 2022 sobre
discursos de odio, el documento expresa que estos son “narrativas sociales que
circulan y se reproducen principalmente en el espacio público, ya sea en los
medios de comunicación, redes sociales e internet, y que transmiten prejuicios
y estereotipos negativos sobre un grupo o colectivo de personas en particular,
teniendo por objetivo justificiar, legitimar e incitar la confrontación y/o
violencia social de un sector de nuestra sociedad sobre otro”. Contundente; no
requiere demasiada ampliación.
Estas narrativas pueden
manifestarse en violencia simbólica –por lo general- pero puede pasar a la
violencia física, como bien mencionamos con los ejemplos anteriores. Ahora
bien, este tipo de discursos suelen tener un correlato muy fuerte en redes
sociales por medio de la figura de los trolls y los haters, sostenidos
particularmente bajo el concepto de posverdad: esa reafirmación de creencias a
pesar de lo que sea real, de la información concreta. Nos referimos a un
esquema en el que ya no importa que es verdad y que no, porque lo que se busca
es confirmar lo que ya pensamos con anterioridad. El trolling en redes
sociales, fundamentalmente en X (ex Twitter) habilita los comentarios haters:
esas intervenciones descalificadoras, donde lo central es destilar odio contra
ese otro –ya volveremos sobre esto.
Ahora bien, ese otro, ese
estereotipo negativo, es donde se basa el cimiento para describir a esos
“mismos de siempre”. Que no importa si son militantes de un espacio político o
movimiento social, basta con el comentario negativo: “estos de qué trabajan”,
“son todos vagos”, “planeros”, lo que fuere. No importa si están filmadas las
personas que dieron vuelta algunos vehículos, si algunos de ellos también se
los ve en fotografías lanzando proyectiles y luego trasladando gente hacia las
fuerzas de seguridad. Lo que importa es el espectáculo, el montaje, el show.
Queda flotando que hubo lío, que hubo incidentes. Algunos medios oficialistas
le achacaron directamente al “kirchnerismo” los incidentes, sin importar
quienes estuvieron en la plaza y desde qué hora.
Ariel Gurevich en su libro “La
vida digital”, trabaja fuertemente algunas nociones en relación a las redes
sociales, pero particularmente distingue el “me gusta”, el comentario y el
compartir. Las operaciones de “me gustar” son el primer contacto de un usuario
con una publicación, el comentario ya habilita otro tipo de interacciones: no
solo con “amigos” sino con aquellos que no lo son. Dentro de los usuarios que
utilizan las redes para comentar, volvemos a toparnos con los conceptos de
troll y hater, aunque la diferencia puntual entre estos, es que los últimos
suelen ser personas reales y los trolls, veremos abundantemente en X (Ex
Twitter), suelen ser perfiles falsos, sin nombres propios y con una metodología
de ataque en manada, a diferencia de la individualización que vemos en los
otros casos. Ahora bien, el punto en común de ambas es que predominan discursos
de odio y uno habilita al otro: el troll puede abrirle la puerta a un hater
mediante un hilo de X o imágenes en otras plataformas, tales como Facebook o
Instagram. Según el informe de INADI “si fuese una obra de teatro, la dirección
y la producción son realizadas por los trolls, la actuación por los haters y
(…) la obra termina siendo el daño moral producto de estos ataques”. Finalmente
tenemos el compartir, que ya nos refiere a otro tipo de interacción; si bien
ahora Facebook corre un paso atrás en la vida pública, los eventos que se
generaban allí años atrás fueron caldo de cultivo para lo que hoy se viraliza
por otras plataformas. En consecuencia, la cadena me gusta, comento y comparto,
es pilar fundamental para la proliferación de noticias falsas, de posverdad,
creación de eventos y de manipulación de opiniones.
Cerrado este apartado de redes
sociales, para concluir volveremos esta idea de “los mismos de siempre” que
quedó abierta. Esos mismos de siempre es
a los que peyorativamente se los denomina así y son, personas de a pie; con un
trabajo si es que tienen la suerte, que estudian, que tienen una vida como
cualquier otra persona. Pero el objetivo evidentemente es el de bajarle el
precio; el de disciplinar. A la hora del cierre de esta edición, todavía
continúan detenidas 16 personas; algunas de ellas ni siquiera habían ido a
manifestarse en contra de la Ley Bases. Eso: ley bases, cómo será que estamos
llegando al cierre de este artículo sin nombrar nada del contenido de este
proyecto de ley el cual, evidentemente, si requiere de todo este andamiaje en
las afueras del parlamento para que se apruebe, nada bueno para el pueblo
ocurrirá después de todo esto.
Recomendamos ver dos películas que trabajan este tema:
“Hater” (2020)
Director: Jan Komasa / “Je Suis Karl” (2021) Director: Christian Schwochow
BIBLIOGRAFÍA:
Gurevich, Ariel (2018). “Ansiedad”. En la vida digital.
Intersubjetividad en tiempos de plataformas sociales. CABA. Crujía. Colección
Futuribles (Cap. 3. 73-119).
INADI (2020). “INFORME.
Haters”
INADI (2022). “Una aproximación a los discursos de odio:
antecedentes de investigación y debates teóricos Coordinación de
Investigaciones y Observatorios sobre Discriminación”.
Verón,
Eliseo (2004). “Prensa gráfica y teoría de los discursos sociales: Producción,
recepción, regulación”. En Fragmentos de un tejido. Barcelona. Gedisa.
Verón, Eliseo (1995). “Semiosis de lo ideológico y del poder”. En Semiosis de
lo ideológico y del poder. La mediatización. Buenos Aires: Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (UBA).
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