Por
Martín Maydana
¿Qué
significa ser porteño? ¿Es simplemente
haber nacido en Buenos Aires? ¿Y si nos
preguntamos por las costumbres que nos definen? Todos creemos poder responder a
esta pregunta: mate, asado, fútbol, tango… son las respuestas que nos vienen fáciles,
de manual, que podemos esperar de
cualquier publicidad turística o spot del Gobierno de la Ciudad. Sin embargo, hay
una costumbre, quizá una necesidad, más significativa. Algo que hacemos, una
costumbre que de tan cotidiana solemos no tener en cuenta. A los porteños nos gusta encontrarnos.
No
estamos diciendo que el resto del mundo no tenga vida social. Pero no podemos
pasar por alto la cantidad de bares que tiene Buenos Aires, las charlas en sus
mesas, los abrazos grandilocuentes en medio de la Av. de Mayo, el llamado para
“ver cómo andás”; un “paremos a tomar un cafecito”; un “juntémonos que hace tiempo que no nos vemos”,
frases que reconocemos como comunes entre amigos y familiares, que en otros lugares
no se escuchan fuera de cierta intimidad.
En
muchos países la gente no se suele visitar a familiares o amigos sin que medie una
excusa u ocasión. Se ha sabido que en Japón se dictan talleres que enseñan a
sonreír. Para los porteños, en cambio,
encontrarnos, abrazarnos, besarnos, es lo más común del mundo.
Seguramente
es una práctica que viene de la época en la que la vida transcurrían en los
barrios; en la que se podía encontrar a los vecinos sentados en la vereda o
parando en un café de esquina como rutina diaria. Don Horacio sentado en la
misma mesa del Carlos Gardel acompañado por distintos vecinos y puesteros del
mercado, pasando las tardes, contando las anécdotas de sus épocas de navegante.
Parece
cosa del pasado, pero en algunos barrios que no fueron alcanzados aún por el boom especulativo e inmobiliario, como
nuestro querido Monserrat, aún pueden encontrarse estos cafés y bares
tradicionales. Sobreviven contra viento y marea, como decía Don Horacio, en una
época marcada por relaciones mediadas por pantallas y teclados.
Es la
humilde propuesta de estos editores que volvamos a los bares y cafés del
barrio. Recuperemos el “cara a cara”,
el abrazo, recuperemos esos lugares de
encuentro. Volvamos a encontrarnos.
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