Editorial
Por Javier García
Crocco.
La comisión impartida
por la dirección de El Tambor era pedirle a Andrés Respeño, del cual no
teníamos noticias, que hiciera la editorial del próximo número. Como yo lo presenté
al diario y sé dónde vive fui a buscarlo ya que no contestaba el whatsapp y
menos el teléfono desde hacía un tiempo. Conociéndolo, sabía que nada malo le
habría pasado, aunque la falta de trabajo y la carestía de la vida pueden
desanimar a cualquiera. Mientras esperaba que saliera del baño, encontré entre
sus libros uno que me llamó la atención. Se llamaba algo así como “¿Cuándo fue
la última vez que Ud. pensó?” Lo ojeé mientras Respeño terminaba de lavarse la
cara y cepillarse los dientes. En las primeras páginas, el autor dice algo así
como que nadie piensa, y que si alguna vez las personas tienen o tuvieron un
pensamiento genuino, eso es todo un acontecimiento. Que nuestra manera de razonar
consiste en dar vueltas sobre lo que ya conocemos porque de esa manera nos
sentimos seguros, y que ese conocer o saber se da en un lago de recuerdos al
que tendemos, por lo tanto, solo reproducimos opiniones.
Respeño salió del baño,
su aspecto no era el mejor, lo noté más flaco. Sonrió al verme con el libro y
dijo:
—Interesante.
—Sí, ¿no? Pero dice que
solo tenemos opiniones.
—Sí, claro. ¿Por qué
creés que el presidente te manda a pensar el voto?
—¿Por qué?
—Porque sabe que no lo
pensás. Que solo respondés con ideas preconcebidas que no te dejan ver la
realidad.
—¿Pero entonces está
mal pensar?
—Yo diría que no conviene
tapar lo que se siente con pensamientos.
—Claro. ¿Algo así como
sentir hambre pero pensar que la calle está asfaltada?
—Exacto.
—¿Pero si no podemos
pensar…?
—Opinar sobre nuestras
opiniones ya sería un buen trabajo.
Me quedé pensando, si
es que pensamos, y le pedí, como me habían indicado, que hiciera la editorial
para el próximo número. Me dijo que no
tenía tiempo. Se puso un pulover, se calzó el gabán, me pidió 30 pesos para cargar
la Sube. Me explicó que tenía 20 de crédito, que si cargaba 30 le alcanzaba
para ir y venir. Estaba apurado.
—¿Y la editorial?
—Hacela vos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario