miércoles, 23 de octubre de 2019

Cecilia Grierson, en el Bar "El Colonial"

HOMENAJE A LA PRIMERA MÉDICA MUJER MÉDICA ARGENTINA

Cecilia Grierson, en el Bar "El Colonial"

Por Yolanda Machado Rauber

Un mural se extiende sobre la entrada del bar El Colonial en la Avenida Belgrano esquina Perú.  A la derecha un rostro femenino envuelto en una bandera argentina. A la izquierda un escrito como si fuera una placa, en el que se lee “Cecilia Grierson, la primera médica argentina”





Para aquellos que no lo conocen, el bar El Colonial abrió sus puertas hace aproximadamente 100 años y en el 2014 fue declarado “bar notable” de la Ciudad de Buenos Aires. Lejos del estilo de otros bares notables, como el Tortoni o el Café de Los Angelitos, El Colonial tiene el encanto único de lo barrial y de la buena comida argentina. Y tiene un plus: Julieta, quien gestiona el lugar junto a su hermano Alejandro, ha llevado adelante una reconstrucción de la historia del bar y de los edificios cercanos, como el Otto Wolf -donde estaba antes la casa conocida como La Virreina Vieja, donde vivió la segunda esposa del Virrey Joaquín del Pino- y la Iglesia Presbiteriana de San Andrés, cuyas historias se pueden leer en las paredes del lugar mientras se disfruta un almuerzo o un buen café.

Hacía rato que tenían el proyecto de hacer un mural para adornar la entrada y la idea de reivindicar la figura de Grierson les encantó. De la mano de Hernán Durigon y los chicos y chicas del Instituto Industrial Luis A. Huergo con el apoyo de la Ciudad de Buenos Aires, nació, en 2016, este mural que hoy se puede apreciar en la entrada.

Grierson fue, tal como está plasmado en la entrada de El Colonial, la primera mujer médica argentina. Hija de colonos escoceses e irlandeses que se habían asentado en Entre Ríos, fue maestra e institutriz desde la temprana adolescencia tras la muerte de su padre y la difícil situación económica de su familia. Se graduó como médica en 1889. Lo había decidido por dos motivos: pensó que la carrera de medicina la llevaría a tener un horario un poco más holgado que siendo maestra y también tenía la esperanza de poder salvar a una amiga que sufría de una lenta y dolorosa enfermedad.

Grierson fundó en 1886, la primera escuela de enfermeras de América del Sur en el Círculo Médico Argentino; en 1892, la Sociedad Argentina Primeros Auxilios, y fue fundadora también de la Asociación de Obstetricia Argentina y del Liceo de Señoritas. A ella le debemos la difusión de conocimientos muy importantes en materia médica. Sin embargo, en 1894, cuando quiso cubrir la vacante para profesora sustituta de la Cátedra de Obstetricia para parteras en la Facultad de Medicina, la posibilidad le fue negada.


“Debo declarar que siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la Facultad, en la sección en que la enseñanza se hace sólo para mujeres. No era posible que a la primera que tuvo la audacia de obtener en nuestro país el título de médico-cirujano se le ofreciera alguna vez la oportunidad de ser médico jefe de sala, directora de algún hospital, o se le diera un puesto de médico escolar, o se le permitiera ser profesora de la Universidad. Fue únicamente a causa de mi condición de mujer (según refirieron oyentes y uno de los miembros de la mesa examinadora), que el jurado dio, en este concurso de competencia por examen, un extraño y único fallo: no conceder la cátedra ni a mí, ni a mi competidor, un distinguido colega. Las razones y los argumentos expuestos en esa ocasión, llenarían un capítulo contra el feminismo, cuyas aspiraciones en el orden intelectual y económico he defendido siempre”, relataría.


Incansable luchadora por los derechos de las mujeres y personaje destacado de nuestro barrio Montserrat, el nombre de Cecilia Grierson lo llevan varios lugares, entre ellos la Escuela Superior de Enfermería, fundada por ella. “Es increíble que mucha gente no sepa quién es”, me dice Julieta. Me explica también que tiene la idea de hacer en la otra pared del bar un mural más, esta vez dedicado a la Casa de la Virreina Vieja. Para ello utilizarían como referencia una pintura de la famosa Léonie Matthis, me cuenta con entusiasmo y un dejo de emoción por la puesta en valor de lo propio, de lo local, que es lo que hace que Buenos Aires mantenga viva su personalidad, su carácter único que la distingue y nos hace quererla siempre.



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