EDITORIAL
Promesas vs. propuestas
Por Andrés respeño.
Es intención de esta
editorial diferenciar entre dos palabras parecidas pero bien distintas: promesas
y propuestas. No es lo mismo decir “yo te prometo” donde la acción tiene un
solo protagonista: el que promete; a decir “yo te propongo” donde la acción
involucra tanto al que enuncia como al receptor.
Claro que en la
promesa, para el receptor, a primera vista, es más cómoda ya que no tiene que
hacer mucho, solo esperar a que la promesa se cumpla.
No es el caso de la
propuesta. Ya que en la propuesta tanto el emisor como el receptor tienen una
participación activa.
Surge, nuevamente, la
disyuntiva de tener un rol activo o pasivo con respecto a la tan desprestigiada
política.
Una gran mayoría se ha
inclinado por no participar o por adoptar un rol pasivo frente a ella.
Desgraciadamente así, estos quedan a expensas de que se cumplan las promesas.
Aristóteles decía que
el hombre persigue un fin último que es la felicidad. ¿Cómo podríamos alcanzar
la felicidad o simplemente perseguirla si no estamos involucrados en los medios
que nos llevarían a este fin?
Hoy nos encontramos con
seis candidatos a presidentes, la mayoría tiene propuestas y lo bueno de las
propuestas, como ya dijimos, es que nos permiten tener un rol activo para poder
considerarlas, examinarlas, estudiarlas, sopesarlas, preguntarnos si son
viables, y si nosotros, cada uno, está a la altura de involucrarse con ellas.
Pero hay uno de los
candidatos que, curiosamente, parece no comprender la actividad política y solo
promete. No involucra al votante, al receptor. Le ofrece un rol pasivo, en el
que le pide solo que crea. No le pide que sopese, piense, estudie, examine. Le
pide que crea pasivamente en promesas y nuevas promesas y slogans. Promete y
miente para reforzar las promesas incumplidas.
Ojalá el resultado de
estas elecciones sean para el bien de todos. Como dice la canción: “para que reine en el pueblo el amor y la
igualdad”.
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