Esta pandemia horrible que estamos atravesando se ha llevado
miles de vidas de personas queridas, entrañables.
Probablemente, de lectores del Tambor, a quienes les hacemos
extensivo este sentido homenaje.
Pero para esta edición, no queremos dejar de recordar a
nuestro compañero Carlos Blanco, quien era parte del equipo de trabajo.
Siempre con una sonrisa, siempre caminando con “El Tambor”
bajo el brazo para alcanzar a los comercios del barrio y las casas de lxs
vecinos de Montserrat.
A partir de ahora, “El Tambor”
recomienda lecturas para tiempos de pandemia. Hoy, traemos la reseña del libro
“El horror económico” de Viviana Forrester.
Publicado en el año 1996, esta
pequeña obra maestra de Viviane Forrester (1925-2013, novelista y ensayista
francesa) pone todos los dedos en la llaga de nuestro triste presente y es
absolutamente esclarecedor para quienes todavía cantamos, a grito pelado, “el
futuro llegó hace rato…”.
Ya en el primer párrafo, nos
habla de un mundo desaparecido que no podemos reconocer debido a nuestro tabú más
sagrado: el Trabajo, disimulado bajo el eufemismo de “empleo”: “¿Con qué
ilusión nos hacen seguir administrando crisis al cabo de las cuales se supone
que saldríamos de la pesadilla? ¿Cuándo tomaremos conciencia que no hay una ni
muchas crisis sino una mutación, no la de una sociedad sino la mutación brutal
de toda una civilización?” (pág. 10).
Recordemos lo sucedido en el
2008, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando una persona y un
séquito de especuladores dejaron sin hogar a 8 millones (sí, millones) de
personas. Un mundo que se ha convertido en un gran casino, un mundo irreal de
juegos virtuales donde los menos afectan a los más. “En la actualidad, un
desempleado no es objeto de una marginación transitoria, ocasional…(…), está
atrapado por una implosión general, un fenómeno comparable con esos maremotos,
huracanes o tornados que no respetan a nadie…(…). Es víctima de una lógica
planetaria que supone la supresión de lo que se llama trabajo, es decir, de los
puestos de trabajo”.(pág. 13)|
Forrester sabe, y no lo oculta,
que el mundo será (ya lo es) manejado por una Casta Cibernética que, al ejercer
el poder, controla la economía mundial, y para la cual el concepto de País o de
Estado-Nación ha quedado reducido al nivel de un municipio. ¿1984, de Orwell?
¿Un mundo feliz, de Huxley? Nos dice, ya en las últimas páginas, “Cómo no incluir
entre las hipótesis posibles la de un régimen totalitario que no tendría la
menor dificultad de mundializarse y contaría con medios de eliminación de una
eficacia, alcance y rapidez jamás imaginados: el genocidio llave en mano”.
(págs. 154-155).
Dejo a la imaginación del lector
de esta breve reseña cualquier semejanza con nuestra angustiante y penosa
situación que llamamos pandemia…
Si querés enviarnos tu mensaje, lo podes hacer por nuestra
página de instagram @eltambor_montserrat, a nuestro sitio en Facebook o al
correo electrónico eltambordemontserrat@gmail.com
Fernando, 32 años
En los últimos días, las vayas amarillas se han multiplicado
por las calles de nuestro barrio. Solís, Virrey Cevallos, Sáenz Peña,
Venezuela, México y la cuenta sigue... ¿es necesario arreglar 45 veces las
mismas cuadras?
Susana, 61 años
La pandemia me hizo cambiar un montón de hábitos. Por lo
pronto, salir muy poco, algo inusual en mí. Y ahora, ceno mucho más temprano
que antes de que arranque esta locura.
Marina, 30 años
¿Que hábitos no cambiamos durante la pandemia? Al no poder
salir necesitaba gastar energía haciendo cosas en casa, así que empecé a
entrenar y a hacer yoga.
Eduardo, 44 años
Extraño mucho los recitales, los espectáculos. A pesar de los
protocolos que hay, todavía me da miedo salir. ¡Espero que la vacuna nos llegue
rápido acá en Montserrat!
Presentan proyecto para renombrar
una calle en Boedo con el nombre de Patricia Roisinblit
Por Martín Maydana
La inciativa lleva tiempo, pero
cobró fuerza durante el mes de febrero. El proyecto se resentará en la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Memoria, verdad y justicia es lo que proponen lxs vecinxs de Boedo.
Patricia Roisinblit fue
secuestrada el 6 de octubre de 1978 por un grupo de tareas de la Fuerza Aérea
junto a su pareja, mientras estaba embarazada de 8 meses. Dio a luz a Guillermo
Pérez Roisinblit, luego recuperado por la labor de las Abuelas de Plaza de
Mayo, en el Centro Clandestino de Detención montado en la ESMA.
Sobre la iniciativa de reemplazar
el nombre del actual Pasaje Bathurst con el de su madre, Guillermo expresó a los
medios que es un homenaje “sumamente sentido” y que al homenajear a su madre “se
rescata del olvido y de la invisibilización a todas y cada una de las mujeres
desaparecidas que tiene la ciudad”. Boedo no tiene ninguna calle con nombre de
mujer.
Este proyecto, que será
presentado en la Legislatura porteña en el mes de marzo, resulta interesante de
destacar en nuestro medio por la afinidad histórica entre Boedo y Montserrat, dos
barrios que fueron marcados a fuego por la experiencia de la última dictadura
cívico-militar.
En el caso de Montserrat, además
de los vecinos que fueron desaparecidos, se montó el Centro Clandestino de Detención
Virrey Cevallos, hoy recuperado como un Centro para la Memoria.
Desde El Tambor de Montserrat
acompañamos con mucho interés todas las iniciativas para mantener vivo el
pedido de Memoria, Verdad y Justicia.
¿Sabías que...?
En la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires solo el 3% de las calles tienen nombres de mujeres. De ese porcentaje,
solo una le rinde homenaje a una mujer defensora de los derechos humanos que
fue detenida y desaparecida por el terrorismo de estado: Azucena Villaflor.
La iniciativa nació luego de una
investigación realizada por integrantes de la biblioteca popular “Arturo
Jauretche” de Boedo. Para adherir a la inciativa podes hacerlo firmando a
través del siguiente link que redirecciona al formulario virtual:
Por iniciativa de la ANSES,
fuimos invitadxs a realizar una visita al Parque Tecnópolis, donde nuestros
suscriptores pudieron disfrutar de una actividad al aire libre, con todos los
cuidados necesarios, para que sus hijxs pasen una linda tarde llena de
diversión y aprendizaje.
por Giuliana Bolettieri
El pasado viernes 5 de febrero
recibimos la invitación a nuestra redacción por parte de la Dirección de Redes
con la Comunidad de ANSES para realizar una visita al Parque Tecnópolis.
Rápidamente, nos contactamos con nuestros suscriptores para hacer extensiva la
invitación, teniendo en cuenta que, con más de doce meses a cuestas de
pandemia, sin clases presenciales, con muy pocas actividades en los núcleos
donde los niños, niñas y adolescentes pueden relacionarse, nos pareció una
buena iniciativa.
Reunidos en “El Ghueto, refugio
de artistas” sobre la calle Venezuela como punto de encuentro, partimos hacia
el predio de Villa Martelli. El recorrido constó en una visita a “Tierra de
Dinos”, espacio donde están recreadas figuras de dinosaurios que habitaron nuestro
territorio hace millones de años, muchos de ellos a lo que se considera escala
real, acompañadxs por divulgadores y estudiantes de paleontología que realizan
la parte guiada de la excursión.
A continuación, un taller de
“paleocartón”, a cargo de Santiago Reuil, en el que los chicos y chicas
realizaron una réplica del cráneo de un gigantosaurus, el dinosaurio carnívoro más
grande del mundo, que fue descubierto en la patagonia argentina.
Finalmente, el cierre con un
espectáculo musical al aire libre, en lo que fue el broche de oro para una
tarde que quedará para el recuerdo. La visita fue acompañada por el Director de
Redes con la Comunidad de ANSES, Martín Ciraolo y la comunera por el Frente de
Todos, Sofía González.
La visita es acompañada por divulgadores y estudiantes de paleontología.
Lxs chicxs disfrutan de juegos al aire libre en el stand de Anses.
El Director de Redes con la Comunidad, Martín Ciraolo y Sofía Gonzalez, comunera por el Frente de Todos.
La pandemia aún no ha terminado,
pero hay algunas cosas que ya conocemos, que ya manejamos. Entre esas,
aprendimos a cuidarnos un poco mejor. En esa vorágine de aprender nuevas
rutinas, adoptar nuevos comportamientos y seguir nuevas normas, hay cosas que
parecieran haber llegado para quedarse, como así también hay otras que ¡cómo se
extrañan!
Aquí haremos un breve repaso de
aquellos aspectos de la vida cotidiana que, si bien parecen obvios a esta
altura del campeonato, ya son parte de la “nueva normalidad”.
Dos nuevos amigos. El alcohol y
el barbijo, nos acompañan a todos lados.
1. No más contacto físico.
“Hola amiga, ¿cómo estás?” y ya
no hay más beso ni abrazo. Ahora es codito, puño, quizás una palmada y acto
seguido, sanitización de manos. ¿Cuánto extrañamos saludar con un beso a un
amigo, a una conocida, a un familiar, a algún compañerx de trabajo?
Seguirá quedando en la espera si
es que queremos continuar siendo responsables con nuestros afectos.
2. Mate individual.
Otra de las costumbres que se ha
visto modificada por la llegada del Covid 19 tiene que ver con el mate. ¡El
mate! Ese ritual sagrado, la ronda, el compartir, el momento. Todo eso perdura,
pero ahora cada uno debe tener su mate. ¡Y nada de andar usando mates con dos o
tres bombillas, que es lo mismo que nada! Misma suerte corre para los vasos:
ahora debemos identificarlos, no perderlos de vista. Tampoco compartir una
bebida del pico o recipiente. Por ahora, tampoco.
3. Frecuente lavado de manos y
uso de alcohol en gel.
¿Quién hubiese pensado que el
alcohol sería parte cotidiana de nuestros días? Durante mucho tiempo, la
higiene de manos se restringía a momentos en los cuales debíamos tocar algo que
no debía ser manchado, o bien antes del almuerzo o la cena (dejamos de lado a profesionales
cuyas actividades el lavado frecuente es similar a la situación de todxs hoy
día). Hoy día, después de un año, entendimos que es central que nuestras manos
estén limpias, que el uso de agua y jabón es contundente a la hora de ponerle
un freno al Covid y que, en caso de no tener esa posibilidad, es imperativo utilizar
alcohol en gel para mantenernos limpios.
4. Uso de tapabocas o barbijo.
Las postales en las calles del mundo
han cambiado; las fotos, lo mismo. Ya todo el mundo lleva puesto su tapaboca, su
barbijo y, en caso de no llevarlos, ya hay mucha gente que reprende esas
actitudes para que el cuidado sea colectivo. Los primeros momentos, que fueron
complicados hasta la adaptación, ya han pasado. Ya se adoptó la costumbre. Y
necesitamos que así siga siendo, hasta que podamos estar inmunizados contra el Covid.
5. Adiós a las fiestas
multitudinarias.
Más allá de algunos deslices y de
que en algunos lugares se hayan tomado algunas licencias, las fiestas y eventos
masivos son parte del pasado pre-Covid. Extrañamos horrores las fiestas, los
recitales, las reuniones con amigos, cumpleaños plagados de gente, tertulias
familiares. Ahora, cada reunión con un puñado de gente, se realiza al aire
libre. A pesar del frío o del calor, la consigna no varía: al aire libre y con
distancia social de metro y medio.
Podríamos seguir enumerando
costumbres: la utilización del codo para estornudar, la forma de viajar en
transporte público, la pérdida del hábito del deporte colectivo (aunque de a
poco se esté recuperando), tomarnos la temperatura de manera constante, estar
atentos a los síntomas similares al COVID.
No debería ser una noticia, pero después de tanto tiempo, no nos parece
menor. Por esto, a pesar de ser un tanto corta, ha sido nuestra elección para
la nota de la tapa que da inicio a la edición del Tambor este 2021.
La pandemia nos ha pasado por arriba; nos pasa por arriba. Los días se
suceden unos a otros y, mientras el sol cae, hoy sí podemos ver un horizonte
más claro.
La vacuna ya es un hecho, simplemente que ahora debemos esperar el turno de
cada uno. A pesar de algunos escándalos a nivel nacional y del (lento) programa
aquí en la Ciudad de Buenos Aires, ya sabemos que en no mucho más tiempo este
calvario va a terminar: podremos recuperar algunas cuantas cosas que no estamos
pudiendo hacer, aunque algunos hábitos han llegado para quedarse.
En medio de esa marea que parece interminable, que ya lleva más de un año y
que, se ha llevado muchas vidas, entre ellas muchos seres queridxs, conocidxs y
afectos, también embistió al Tambor. Y decimos “embistió”, porque como el junco
que se dobla pero siempre sigue en pie, aquí estamos. Aquí seguimos. Y aquí,
nuevamente y con mucho esfuerzo, estamos otra vez volviendo a escribir,
volviendo a salir en papel, volviendo a caminar las calles de nuestro barrio.
Esas calles lindas, las de siempre, las de toda la vida.
Todavía queda mucho para contar, y en esa tarea nos embarcamos nuevamente.
Hoy, igual que ayer, el repique comienza sus primeros compases; de a poco va
tomando fuerza, de a poco va tomando color y, cuando menos nos lo esperamos, ya
estamos volviendo a marcar el pulso como hace ya un par de años.