EDITORIAL
Más que responsabilidad
Por Andrés Respeño.
Dadas las circunstancias, tenemos que comenzar diciendo, aclarando, trayendo a la memoria, que un ciudadano es aquel en el que se deposita la confianza de no atentar contra la propia ciudadanía que lo respalda.
Otra cosa que deberíamos
recordar es que, responsable es la persona que responde por sus actos. De tal
manera que si un ciudadano causare un perjuicio a un tercero debe tener
espaldas para recomponer el daño causado o responder por él. Así, al menos,
hasta ahora funcionamos como sociedad civil. Una persona responsable es la que
puede responder por los daños que sus acciones llegaran a causar. Un adulto es
responsable; un niño, no.
En una sociedad adulta,
responder por nuestros actos es nuestra obligación y deber. Ahora, bien. Cuando
estos actos pueden contribuir u ocasionar daños de tal magnitud como sucede en una pandemia, nuestra
capacidad de responder se ve disminuida. Los daños que produce la pandemia y la
inconducta de, así sea, la menor porción de la sociedad son irreversibles y en
medio de su magnitud es posible no encontrar a un culpable individual como podría
ser el caso de un crimen en el que se descubre al asesino o se obliga a reponer
el vidrio de una ventana a un fulano que haya arrojado la piedra. La pandemia,
por su magnitud, como dijimos, vuelve de alguna manera anónimos, no a su
causante que es el virus, pero sí a sus partícipes necesarios.
¿Esto nos convierte en
irresponsables inimputables? NO.
Aunque es la manera en que,
parecería, afectar a muchos. Personas que, ante tamaña incertidumbre, rápidamente
se convencen que tienen poco por hacer y quitándose la responsabilidad, priorizan
sus intereses personales por encima del cuidado de sus conciudadanos.
Justamente esta poca
capacidad de responder al daño que podemos cometer en una pandemia, nos
interpela a redoblar esfuerzos, no para responder por nuestros actos, sino para
evitar cometer esos actos irreparables, por supuesto en la medida de lo posible.
Lamentablemente, nuestra
sociedad se encuentra por estos días con los temerarios de siempre, que
pudiendo aportar solidaridad para derrotar al virus, parecieran querer
desalentar la lucha. Priorizan sus caprichos, pareceres, molestias y
privilegios. No responden. Son irresponsables. Y muy cómodos están ocupando ese
lugar mientras la mayoría de los ciudadanos, vecinos, nos abocamos a combatir
el virus.
Se entiende que ellos
hubieran hecho las cosas de manera distinta, digamos con un ritmo más carnaval
carioca; para precisar: “dejando que se muera quien se tenga que morir”,
premisa que por absurda solo pueden esgrimir las personas que en su
irracionalidad se sienten intocables.
No es momento de anteponer
rebeldías políticas, ni de ninguna otra clase.
El gobierno de la Nación
viene solicitando una y otra vez la responsabilidad individual de los
ciudadanos para que se cumplan las normas que están destinadas a combatir la
propagación del Coronavirus.
Desde El Tambor anhelamos
que en un tiempo futuro se pueda apelar a la responsabilidad social.
Puede que obedecer no sea
del gusto argentino. Pero esperamos que los vecinos de Montserrat y los
argentinos todos, puedan advertir el cinismo de ciertos oportunismos partidarios,
para que una vez comprendido esto nos comprometamos de lleno a ganar la
batalla.
Volviendo al tema inicial,
seamos responsables y más.