miércoles, 25 de mayo de 2022

El cuento de las 100 escuelas y el estatuto docente

OPINIÓN

El cuento de las 100 escuelas y el estatuto docente

por Daniel Ontiveros 



El 12 de mayo la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires con 32 votos a favor y 27 en contra, aprobó la reforma del Estatuto Docente. Mientras adentro del edificio todos los legisladores de Juntos por el Cambio votaban a favor y todos los de la oposición votaban en contra, afuera en la calle Perú gases y represión era la respuesta de la Policía de la Ciudad a 15.000 maestras, maestros y profesores que repudiaban esa reforma inconsulta. 

Aprobada por la “escribanía” que el oficialismo tiene montada en la Legislatura, gracias a su mayoría automática que le permite convertir en ley todo lo que impulsa el ejecutivo, sin tener en cuenta la opinión de los sectores minoritarios y en este caso la de les trabajadores, que son los que día a día se ponen al hombro la tarea de educar a nuestros hijos e hijas. 


Durante años, escucharon las objeciones de las maestras y profesoras, de los sindicatos que las representan, pero solamente para completar las formalidades exigidas por la ley. No se contemplaron ninguna de las propuestas de les docentes. Esto le permite a Soledad Acuña, Ministra de Educación, Licenciada en Administración, afirmar que “después de cinco años de un trabajo de diálogo, de búsqueda de consensos, de hablar con más de 15.000 docentes, con especialistas, supervisores, directores de escuela, ayer nuestros legisladores aprobaron esta reforma”. “Reformas tan profundas tocan intereses y ponen en juego visiones de país. Y nosotros buscamos la mayor cantidad de consensos posibles, pero al final del día, gobernar es tomar decisiones, y eso hicimos ayer y vamos a seguir haciendo.” Lo que podríamos traducir en les preguntamos a más de 15.000 docentes, sindicatos, y a los legisladores de la oposición, pero como no estamos de acuerdo con nada de lo que nos propusieron, nosotros hicimos lo que queríamos, de acuerdo con el modelo de ciudad que quiere Cambiemos”. Es decir, lo que tanto critican a nivel nacional, trayendo a la mesa palabras como diálogo, república, consenso, minorías, libertades, entre otras, lo llevan adelante, con una mayoría automática de legisladores, porque lo importante es formatear el país que ellos quieren. 

Pero más allá de esta situación, lo cierto es que estamos acostumbrados a estos niveles discursivos que plantea el oficialismo; el mismo que desde que arribó al ejecutivo nacional en 2015 y prometió “Pobreza 0”, y vemos cotidianamente los descalabros que han producido no solo en materia económica, sino política, social y culturalmente. Iguales a los que tenemos ahora, en la solapada campaña (¿presidencial?) del Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, que nos dice “la transformación no para” por todas partes y en todos lados, con el amarillo partidario que tanto caracteriza su espacio político, que pinta nuestra ciudad, desde muchos años antes de la emergencia sanitaria. partes y en todos lados, con el amarillo partidario que tanto caracteriza su espacio político, que pinta nuestra ciudad, como si fuera propia. Precisamente, para presentar esta “transformación” del Estatuto Docente -repudiada por los docentes-, remarcó: “Hace tres años que estamos trabajando sobre esto, etapa por etapa, estudiando casos internacionales, con un enorme proceso de consulta, de diálogo (…) esto empezó con Mauricio Macri, y ya llevamos 100 escuelas construidas en la Ciudad de Buenos Aires”. Volvamos sobre los dichos: ¿la ministra dice cinco años, el jefe de Gobierno, tres? 

Como cantaba el gran Alberto Castillo “Cien barrios porteños, cien barrios de amor, cien barrios metidos, en mi corazón”. ¿Cien escuelas construidas? ¿Una por cada barrio del tango de Castillo? ¿Dónde está la de Monserrat? ¿La de Constitución? ¿La de San Telmo? Por acá no vimos ninguna, pero sí muchos carteles amarillos.

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