EDITORIAL
La fiesta de unos pocos
Por Daniel Ontiveros
Una vez más El Tambor recorre el barrio. Recoge sensaciones, describe paisajes y aporta información. Desde una perspectiva centrada en nuestras calles pero con el ojo atento a lo que pasa en el país y en el mundo.
Por eso nuestra nota
central habla de los cinco problemas más importantes del vecindario: 1) La
falta de espacios verdes, que cada vez se reducen más y se cubren de cemento. 2)
El estacionamiento medido y tarifado de nuestras calles, ya de por si escaso,
con calzadas transitadas y bloqueadas por contenedores y bicisendas mal trazadas.
3) La necesidad de viviendas, cuando vemos cientos de familias alojadas en
hoteles o viviendo en la calle, precios de alquileres prohibitivos y
construcción de grandes edificios cuyos departamentos quedan vacíos en manos de
la especulación inmobiliaria. 4) La nula atención a la salud y la necesidad de
contar con salas de atención y consulta primaria a la mano del vecino. 5) La
falta de vacantes cercanas en las escuelas públicas y jardines de infantes de
la zona.
Al final un picadito de
noticias y avisos parroquiales. Destacamos los operativos de Anses en el
mercadito de Av. Independencia y Entre Rios, y la remodelación del edificio
Otto Wulff.
Pero no nos quedamos
solamente en la problemática barrial, y escuchamos las opiniones y sensaciones
de vecinos y comerciantes, del ciudadano de a pie, frente a la situación
económica y la coyuntura del país. Y así las transcribimos, pero no podemos
dejar de dar nuestra visión sobre lo que nos parece una clara maniobra de
desestabilización política y económica que pone en riesgo la democracia y la
paz social.
Por una parte tenemos una
economía real que crece a nivel nacional al 7% interanual y la industria al 12%, exportaciones e importaciones en un nivel de
récord histórico, números notables y sorprendentes que no condicen con la
sensación general, con la escasez del bolsillo de las mayorías. En nuestro barrio contrastan las manifestaciones
de los movimientos sociales pidiendo pan y trabajo en la 9 de Julio, y el boom gastronómico que vemos en los bares y
restaurantes de la Avenida Entre Ríos,
llenos y con fila en la puerta esperando por una mesa. Lo cual de por sí, nos ofrece un paisaje esquizofrénico, que al
volver a casa o la oficina, la televisión nos termina de completar con las
noticias de la escalada del “dólar blue”, llenándonos de zozobra y angustia.
¿Qué nos parece que pasa? El Tambor suena claro: La economía real está
funcionando, con problemas, pero funcionando. A la mayoría la plata no le
alcanza, pero muchos, miles, pueden consumir, salir con los chicos en las
vacaciones, ir al cine, al restaurant o a Tecnópolis. Hay exportaciones récord,
pero las reservas del Banco Central flaquean. Hay gastos inmensos por la
importación de energía, gas licuado, por los altos precios debidos a la guerra
de Rusia y Ucrania. Existen en el campo, miles de silobolsas con granos de soja
y trigo, retenidos por sus dueños, los grandes terratenientes y productores de
la pampa húmeda más rica, que equivalen a unos 20.000 millones de dólares.
Acaparamiento y especulación activa, para provocar una devaluación que
multiplique sus ganancias a costa de un aumento de precios brutal en los
alimentos y su terrible impacto en los salarios y las jubilaciones. Mientras
esperan en estos días, festejando su
momento de esplendor en la Rural de Palermo.
El Tambor repiquetea
fuerte y claro en el barrio porque la fiesta de unos pocos podría ser una
tragedia para la mayoría.
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