lunes, 22 de mayo de 2023

La memoria

 8 AÑOS EN LAS CALLES

La memoria

de Antonio Simavorián

                                                                                                                Foto- Yamila Williams

Cada vez que me trepo a la memoria siento una especie de corriente, una descarga movilizadora, cargada de sensaciones épicas.

 Recordar, para los individuos de la urbanidad, los de la selva de cemento, los de las ciudades como Buenos Aires, suele parecerse a una batalla.

 Todo, entre el fárrago de autos y desigualdades cotidianas, resulta tan tormentoso, como esos encuentros del pasado guerrero, donde se dejaba la vida por una causa y muchas veces, por una excusa.

 Nada es tan importante que otrora podía llamarse lealtad, coraje, entrega… ha sido tan bastardeado en estos años de microchips y licuadoras, que da pena considerar la remota posibilidad de ser un héroe, de quedar en la historia como una carne de cañón ilustre.

 Nuestra valentía debería sintetizarse en la capacidad de recordar. De atrevernos a vencer las vicisitudes del entendimiento de una manera valiente y unívoca. Tomar la lanza de la memoria y arremeter furiosamente contra el olvido pernicioso.

 Para ello, deberíamos asumir actitudes gregarias, deberíamos deleitarnos con el agrupamiento hasta el punto de aparearnos, de amarnos.

 No aceptar con resignación el supuesto esbozado en un tango, el verdadero amor se ahogó en la sopa… Las lecciones pretenden aprendizajes. No necesariamente nos debe atropellar un auto para entender la filosofía de los semáforos. Ser humanos, en poco tiempo más, será un acto revolucionario. Aun siento la emoción de los estandartes y los sueños. Aún, es decir, todavía, la memoria me incita a la batalla. El valiente recuerdo de un poema hecho canción me sigue estremeciendo. Y, sin temor al plagio, grito alborozado…

 Dejadme la esperanza…!

 Dejadme la esperanza….!


No hay comentarios.:

Publicar un comentario