jueves, 27 de octubre de 2016

OPINIÓN - El tiempo y su velocidad


El tiempo y su velocidad


Por Martín Ciraolo


El tiempo transcurre a una velocidad que, a veces, parece que para los que estamos viviendo el presente, nos es difícil dimensionar.

Hoy, 27 de octubre se cumplen ya seis años del fallecimiento de Néstor Kirchner, aunque pareciera que las largas filas de personas que se acercaron a la Casa Rosada a darle el último adiós fue ayer.

Hoy vemos inundadas las redes sociales, los diarios, las revistas, los programas de radio y televisión, de fotos, memorias, recuerdos, vivencias, de muchas personas que directamente han visto modificadas sus vidas –para bien o para mal- por el tipo que llegó a la Presidencia con menor cantidad de votos que desocupados había en el país.

No hay que irse muy lejos, es historia reciente. Probablemente, los que somos más jóvenes hayamos visto de costado y no sufrido estrictamente de cerca la fenomenal crisis de 2001 –probablemente de las más complejas que ha sufrido nuestro país en sus más de 200 años de vida- pero datos concretos nos llevan a recordar un país en llamas, con una crisis política y de representación, con saqueos en comercios, con una industria nacional devastada producto del modelo de convertibilidad, con largas colas en las embajadas, entre otras tantas cosas. Pero, por sobre todo, un descreimiento fuerte en el país, en nuestro suelo, en nuestra patria, en nuestros símbolos.

El debate y los análisis son amplísimos. Al kirchnerismo, del mismo modo que al peronismo, a lo largo y ancho de su historia, le llueven observaciones y críticas por derecha y por izquierda. Tal vez, se pueda decir que Néstor Kirchner cometió errores, pero quienes los analicen tendrán que tener en cuenta el momento histórico que atravesábamos.

Nosotros, “El Tambor de Montserrat”, que pretendemos ser una voz más en este mar de medios de comunicación -en el que hay muchos otros tambores- flotamos en aguas dominadas por un puñado de medios hegemónicos que día tras día construyen sentido común y alimentan el imaginario social.

Bajo este contexto, quizás le podamos achacar a Néstor Kirchner, que benefició a Clarín permitiendo la fusión de Cablevisión y Multicanal, como también la ley de bienes culturales o el decreto 527 del año 2005 que suspendió el conteo de años de las licencias de los canales de televisión. Pero también entendemos que gobernar implica tener que armonizar una serie interminable de elementos, de aspectos, de personas, de empresas, de actores de todo tipo y factor. Es fácil decir “usted tiene que hacer esto” pero hay que medir las consecuencias, y sobre todo en materia de medios de comunicación, en una época donde era vox pópuli que cinco tapas de Clarín tenían la capacidad de voltear a un gobierno.

Por eso destacamos que fue Néstor Kirchner  quien se paró frente a la embestida del Grupo en materia de concentración de medios y fue el gran artífice de la sancionada ley de servicios de comunicación audiovisual 26.522 –más conocida como “ley de medios”-

No obstante, retomando palabras dichas antes, críticas llueven todo el tiempo, por derecha y por izquierda. En materia de logros, el desendeudamiento externo, la reactivación del mercado de trabajo, la fuerte política en materia de derechos humanos, la integración con los países de la región y el recordado “No al ALCA” pueden (y deben) ser de lo más destacable. Sin embargo, el legado más importante que deja Kirchner tiene que ver con la política. Hoy se discute política en los bares, en las esquinas de los barrios, en los clubes, en las peluquerías, en cualquier rincón. El nivel de politización que tiene la sociedad es muy alto. Kirchner tuvo mucho que ver con eso. Gran parte de la sociedad politizada, vuelve a creer en la clase política luego de la gestión de Kirchner, y aquellos detractores de su gestión, también lo hacen.

A seis años de su muerte, después de que miles de personas se acercaran a despedirlo, de que tantos lo amen y otros tantos lo detesten, no hacer mención de una persona que ha marcado a fondo la historia de nuestra tierra, sería prácticamente una falta de respeto a lo que intentamos hacer, independientemente de adscribir o no a su gestión –aunque es indudable que la mayor cantidad de recuperación de derechos y políticas progresistas se hayan dado en los últimos años-.

En un mundo tan mediatizado, donde la velocidad con la que desarrollan las cosas a veces nos pasan por encima, donde por momentos el uso de las tecnologías vuelven todo inmediato y convierten en obsoletas noticias de hace un par de horas, es de destacar que a Néstor Kirchner se lo siga recordando.

Veremos con el correr de los años, mientras continuemos caminando, recorriendo, administrando e interpretando al tiempo y su velocidad, en qué lugar de la historia queda ubicado Néstor Kirchner. Ojalá sea el que corresponda.

 

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