viernes, 31 de marzo de 2017

M.M. y Montserrat


Por Alejandro Tamargo

Las siglas del título pueden engañar al ojo prematuro del lector pudiendo llegar a creer que el mismo se refiere al actual presidente de la Nación. Sin embargo, no voy a defraudar a los lectores de este artículo ya que el mismo se refiere a una persona que ha dejado una huella muy importante en nuestro país, que se encuentra muy vinculado a nuestro barrio y a nuestra historia. Mencionado personaje es Mariano Moreno.

Montserrat es atravesada por una calle que lleva el nombre de este prócer, un monumento que lo conmemora sito en la plaza Lorea, una placa de bronce en la Basílica de San Francisco que hace mención a Mariano, así como también una serie de vivencias suyas que se desarrollaron en nuestro vecindario.

Fuente: "El Tambor de Montserrat" Monumento Plaza Lorea

A pesar de todo ello poco sabemos que hizo este sujeto siendo una figura que dejo marcas profundas en nuestra historia.

Para comenzar una breve descripción de su vida estamos en condiciones de decir que Mariano Moreno nació el 23 de septiembre 1778, en Buenos Aires, fue el primero de catorce hermanos. Su padre, Manuel Moreno y Argumosa,  trabajaba como funcionario de la Tesorería de las Cajas Rurales, empleo por el cual recibía una paga modesta.  Ana María Valle, su madre, tenía la particularidad, no siendo común en la época, que sabía leer y escribir, conocimientos que transmitió a Mariano iniciándolo en su primeras letras.

Moreno cursó sus estudios secundarios en el "Real Colegio de San Carlos" actual "Colegio Nacional Buenos Aires" cuya sede ubicamos en la calle Bolivar al 263, de nuestro comuna.

Gracias al patrocinio del fray Cayetano José Rodríguez, existe en la actualidad un colegio sobre la calle Chile al 1600 que lleva el nombre de este religioso, Moreno obtiene acceso a la biblioteca del "Convento de San Francisco", edificio que se encuentra en la calle Alsina al 380 y que forma parte del casco histórico de Montserrat. En ese edificio hoy en día podemos encontrar una placa de bronce que da homenaje a nuestro prócer.



Fuente: " El Tambor de Montserrat" Placa de Bronce Convento de San Francisco.

Mariano logra estudiar abogacía en la Universidad de Chuquisaca, Bolivia, gracias a que Cayetano José Rodriguez lo pone en contacto con importantes clérigos de la región los cuales financian su estadía en esa universidad.

En 1802, a poco de recibirse de abogado, visita el centro minero de Potosí, en el cual observa el grado de miseria y explotación al cual estaban sujetos los indígenas del lugar. Dicha situación lo inspira para escribir su tesis doctoral titulada "Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios" en la cual denuncia los abusos sufridos con las siguientes palabras, "desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos hombre que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a la opresión y servicio de sus amos, jueces y curas (...)" [1].

En mayo de 1804, contrae matrimonio con Maria Guadalupe Cuenca. Un año después nace su único hijo, Marianito y deciden retornar a Buenos Aires, lugar en el cual ejercerá la profesión de abogado.

Para 1809 redacta la "Representación de los Hacendados" en la cual alienta, de la misma forma que lo hizo un poco antes Manuel Belgrano, el desarrollo de la agricultura y las manufacturas de nuestra región. Dicha situación lo acerca a un sector de revolucionarios que empezaba a agruparse desde las invasiones inglesas.

El 25 de mayo de 1810, asume la Secretaria de Guerra y Gobierno de la Primera Junta, desde la cual impulsa la apertura de varios puertos al comercio exterior, combatiendo el contrabando monopolizado y reduciendo los derechos de exportación.

Desde ese mismo lugar, también participa activamente en la creación de la biblioteca pública, se ocupa de incentivar la educación pública fundamentando tal accionar con las siguientes palabras "Nada hay más digno de la atención de los magistrados que promover por todos los medios la educación pública"[2], crea la jubilación para los docentes y abre la escuela de Matemáticas que era un viejo anhelo de su amigo Manuel Belgrano[3].

El 7 de junio de 1810, con las siguientes palabras da creación al periódico que bautizó como "La Gaceta de Buenos Aires":

"El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con quien miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gaceta de Buenos Aires"[4].

Debido al nacimiento de este periódico, que tuvo un rol decisivo en la formación de opinión de la sociedad de esa época, a través del cual Moreno enfatizó dos postulados democráticos como ser la libertad de pensamiento y la publicidad de los actos de gobierno, los 7 de junio de cada año en nuestro país se celebra el día del periodista.

Durante la revolución de 1810, Moreno propone realizar modificaciones económicos y sociales profundos, considerando que la revolución no debe ser mezquina generando únicamente un mero cambio administrativo.

Por tal circunstancia, se enfrenta fuertemente con el sector conservador de la revolución representado por Cornelio Saavedra, fracción que pretendía mantener sus privilegios, y a los cuales Mariano Moreno acusa utilizando las siguientes palabras "hay quienes suponen que la revolución se ha hecho para que los hijos del país gocen de los altos empleos de que antes estaban excluidos; como si el país debiera ser menos desgraciado por ser hijos suyos los que lo gobiernan mal"[5]. 

Tal era el enfrentamiento entre la clase conservadora y Mariano, que este último tuvo que tomar la habitual precaución, además de andar armado, de disfrazarse de fraile dominico para no ser reconocido y así poder volver sano y salvo a su hogar luego de las largas jornadas de trabajo que le demandaba la Primera Junta. Tengan en cuenta que para volver a su casa él debía atravesar de noche la plaza de Mayo, e imaginen, para ese entonces, una plaza totalmente a oscuras, no iluminada como hoy en día, y sobre todo con poderosos enemigos que pretendían su cabeza [6].

Las profundas diferencias con Saavedra, llevaron a nuestro ilustre personaje a abandonar la Primera Junta y aceptar una misión que tenía como objetivo comprar armamento en Londres para el incipiente Ejercito Nacional que se estaba organizando.

El 29 de enero de 1811 Moreno se embarca en la fragata de bandera inglesa llamada "Fame" en la cual es envenenado y muere  durante el viaje a los 32 años de edad.

Sus enemigos tuvieron la peculiar cordialidad anticipada de enviar a su esposa, a poco tiempo de partir Mariano, un encomienda anónima que contenía un abanico de luto, un velo y un par de guantes negros con una nota que decía "Estimada señora, como sé que va a ser viuda, me tomo la confianza de remitir estos artículos que pronto corresponderían a su estado". 

Era evidente que no bastaba con enviarlo lejos para desarraigar los ideales de una revolución que atentaba contra las clases criollas dominantes. Por tal motivo el capitán del Fame, Walter Bathurst, le proporciona una importante dosis de antimonio siendo este un metal pesado que se asemeja al arsénico, sustancia que propició la muerte de nuestro prócer. Cabe destacar que dicho capitán nunca más fue visto por el Rio de la Plata.

Es evidente que el veneno suministrado fue inglés, pero la inspiración visiblemente rioplatense. Desgraciadamente nunca fueron enjuiciados los responsables de tal crimen.

El cuerpo de Mariano Moreno, tras una descarga de fusilería, fue arrojado al mar siendo lamentablemente el primero de una largar lista en nuestra historia.

Al enterarse Saavedra de la muerte de Moreno, esboza su famosa frase de despedida “Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego”. Claramente este comentario de  Saavedra es irónico, ya que los estudiosos del tema explican que la muerte por ingesta de arsénico, además de ser prolongada y provocar convulsiones, genera una sensación de fuego dentro del cuerpo de la víctima. 

La vida Mariano Moreno fue tan efímera como intensa, siendo muy valiosa para nuestro país. Como podrá observarse, no sólo en este caso, nuestra historia no es siempre como una película de Hollywood con final feliz.

 




[1] Mariano Moreno, Escritos, Buenos Aires, Estrada, 1943
[2] Mariano Moreno, op.cit.
[3] Felipe Pigna, Los Mitos de la Historia Argentina 1° ed, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2004
[4] Mariano Moreno, op.cit.
[5] Mariano Moreno, op.cit.
[6] Daniel Balmaceda, Espadas y Corazones, Buenos Aires, Marea Editorial, 2004

No hay comentarios.:

Publicar un comentario