miércoles, 31 de enero de 2018

El bautismo

El bautismo
Por María Isabel Meraud

Foto: Yamila Nair Williams 

Mi papá y mi mama eran socialistas. No creían en Dios. Por pedido de mi abuelo, para que mi abuela no sufriera, se casaron por iglesia.

Mi mamá era altiva,  como yo. Accedió a casarse por iglesia, con la condición de que mi abuelo, no diera un solo peso a los sacerdotes.  Sobre la fecha, no estaban las dispensas. Mi abuelo que a pesar de ser campesino, tenía una gran inteligencia para ciertas cosas,  le dijo al cura:- padre son dos almas perdidas. Por favor cáselos.

Y  así fue. Se casaron el día de santa Rosa. Faltando la contribución económica, la iglesia estaba a oscuras y no había ni una sola flor. Mamá tenía un trajecito negro con una boina blanca. Papá traje de calle. Años después diría: -las amigas de tu mama, estaban en el partido comunista, y sin embargo se casaron (después que ella) todas con vestido blanco. Tonta tu mamá. Pero mamá siempre reivindicó esto.

Se instalaron en un chalet en Carapachay. Allí había una familia de republicanos españoles de los que se hicieron amigos. El abuelo era muy católico. Una de las nietas era un poco mayor que yo.

Él siempre hacía que la buscaba y pasaba por mí casa diciendo: -Se ha perdido una niña por aquí. Siempre recordé sus palabras, mamá también.
Cuando yo concurría cuarto grado mandaba a su nieta a hablarme del infierno. Diciéndome que allí iría por no haber sido bautizada  Ella estaba por tomar la comunión.

Sus palabras sembraron en mí la inquietud de la fé y  pedí a mis padres bautizarme y tomar la comunión. Ellos aceptaron. El cura puso como condición bautizar a mi hermano menor que aun hoy protesta por esto. Lo bautizaron y empecé mi catecismo. Pero he aquí un detalle curioso: el padre no me bautizo.

Durante el catecismo le dijo a mi madre que tenía que tomar la comunión con un vestido con el largo de pierna corto
Yo elegí la tela, pique. Me hicieron un vestido, corte princesa con un ángulo de lentejuelas desde el busto con el largo convenido.
Llego el día.  Me enferme de nefritis. No pude asistir. Por las otras madres nos enteramos, que todas iban de largo y que el padre pensaba sacarme de la fila por no estar bautizada.

Pasó el tiempo, nos mudamos a Monserrat allí vivía una amiga de mi abuela María Parga. Ella me llevó al convento de Santo Domingo. Hice de nuevo el catecismo, sola, como única alumna.

Me bautizaron, mis padrinos fueron una Tía abuela y su hijo adoptivo, conservadores amantes de las ideas  militares. Años después descubrí que hay que elegir muy bien a los padrinos.

La tía siempre trato de dirigir la familia. Sus  historias de vida se entrelazaban con las cosas que yo misma iba viviendo En la época de la iglesia obrera, la de ellos era la de conservar las costumbres (que no habían conservado) y rezar un padre nuestro
Si no lo hacías, Dios iba a enseñártelo cargando la cruz que ellos dejaban en el altar rezando. Así comprendí que a veces uno no solo paga los errores de los padres sino también de los padrinos.

Aún conservo el rosario que me regalaron. Le tengo un gran cariño es de piedras, de acrílico, transparentes. Y el librito de tapas nacaradas sin oraciones.  

Ella me propuso hacer un vestido nuevo. Pero en Carapachay había circulado que tomaba la comunión por usar vestido largo. Orgullosa, como mi madre,  no acepté. Tomé la comunión con el vestido del año anterior.

Minifalda, que por haber crecido era aún más corta. Tenía el cabello largo recogido en la parte superior con un moño con una margarita en el centro.
Fui la única en tomarla ese día  y además de la hostia me dieron vino.  

Siendo yo grande, mamá decía que con respecto a mi casa, cuando yo nací, siempre sostuve:- en esta casa no. Ya que yo ahí, me encontraba viviendo experiencias ajenas. Por las cuales, supuestamente, tenía que pasar para decidir mi destino. Católica y peronista dos pensamientos y formas de vida que toda la familia siempre intento bloquearme y torcer.


Hoy puedo apropiarme de esa misma casa, de la infancia y adolescencia, y empezar a decir: -esta casa sí.

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