viernes, 28 de septiembre de 2018

La realidad. (Solo un aspecto). Ni racionalistas, ni empiristas…


EDITORIAL

La realidad. (Solo un aspecto). Ni racionalistas, ni empiristas… 
Por Andrés Respeño

En medio de todo lo que sucede, más lo que se dice que sucede, y lo que dicen que sucede, unos y lo que dicen que sucede, otros. Nos preguntamos, ¿qué es la realidad?
Podríamos decir, rápidamente, que la realidad es “lo que pasa”.  Pero pasan tantas cosas a la vez.
¿Hay una realidad?
Y en caso de que la hubiera, ¿es una sola?
Esta realidad ¿se puede predecir? ¿la podemos apreciar solo en el momento mismo que sucede? ¿o la vemos reflejada en las tapas de los diarios al día siguiente? Apostemos a que hay una realidad y que lo único que podemos decir de ella es que se expresa es en su momento, para cada uno de nosotros,  y que quizá ese momento sea siempre demasiado tarde para nuestros escasos reflejos.
Tom Lupo cuenta la siguiente anécdota: Antonio Carrizo en una entrevista a Jorge Luis Borges le pregunta: —Maestro, ¿qué piensa Usted de la realidad?
Y como buen antiperonista, seguramente teniendo muy presentes las palabras de Perón: “La única verdad es la realidad”, Borges contestó:
—¿Cuál realidad? ¿La suya o la mía?
Por la respuesta de Borges, podemos deducir que al menos hay dos realidades, la de Borges y la de Carrizo, y luego inferir otras tantas, unas cincuenta millones aproximadamente, si nos referimos a la realidad como la pensamos los argentinos.
Pero ¿cómo pensamos la realidad, cada uno de nosotros? 
Borges entiende por realidad algo múltiple y cambiante, seguramente inabarcable y que solo se restringe a la mirada de cada uno. La realidad que ve uno y la realidad que ve el otro. Carrizo preguntaba por una realidad en un sentido más peronista, una realidad más abarcativa, que quizá tenga poco que ver con el cómo uno la ve. Pero ambos se referían a la mirada que tenemos sobre la realidad y no sobre la que la realidad pudiera tener sobre nosotros, para el caso de que la realidad gastara el tiempo en eso.  
Cuando Perón fue preguntado por La Verdad, rápidamente dio a entender que la verdad no existe. Pero, dialécticamente, su afirmación implica que la realidad si y es verdadera.
La realidad es verdadera pero la verdad no existe. ¿Cómo es esto?
Tendemos a pensar la realidad y casi todo en términos de verdad o mentira desde hace más o menos 2500 años. Estamos atrapados en esa dicotomía.
¿A qué se debe ese apego a “La Verdad” o ese fanatismo por descubrir “La mentira”?
Por el 1500, los hermanos Bartolomé y Lupercio de Argensola se preocupaban por que el cielo bello y azul, disfrutable, no era verdadero. “Lastima grande que no sea verdad tanta belleza”, decían. Es cierto, habían adquirido los primeros conocimientos científicos y esto les habrá proporcionado una gran excitación, sabían que el aire no tiene color, que era azul porque nuestro ojo así lo ve. Y entonces se preocupaban por lo que la ciencia les había dicho: el azul del cielo no era verdad.
Nuestro ojo ve el cielo de color azul ¿Nuestro cerebro puede ver las cosas?
Una más…
¿Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie allí para escucharlo, hace ruido? El filósofo Berkeley hacia 1710 dijo que no puede existir cosa que no sea percibida por los sentidos. Ergo, para que un ruido exista tiene que haber alguien que lo escuche. Exagerando podríamos decir, según el filósofo, que si un árbol cae en el bosque y no hay nadie allí para verlo, el árbol no habrá caído. Alguien, con cierto humor negro, manifestó que Berkeley se olvido decir que ese día su perro no regresó a casa.
Sería interesante pensar la realidad como algo que actúa sobre nosotros más allá de como la veamos u oigamos, más allá de cómo la pensamos, porque tarde o temprano, mejor dicho, en el momento justo. La realidad nos alcanza. 

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