CAMINANDO EL BARRIO
Nuestros teatros
Por Javier García Crocco y Martín Ciraolo
La actividad teatral de los barrios, que se denomina “off”, “teatro independiente”, vinculada a lo que antiguamente se denominaba “teatro de arte” es quizá de todas las artes la más genuina y cercana al pueblo. En el teatro y, a través del actor, la figura del ser humano es la medida de todas las cosas. No podría existir un teatro sin personajes y sin actores que representen al ser humano. De ahí, su importancia. El pretender comunicar, expresar, entretener y hacer reflexionar al espectador sobre sus propios temas, los cotidianos, los sociales, los culturales. Hoy en día a este tipo de teatro se halla solo en los barrios, en los pequeños teatros, donde se apuesta a dramaturgos argentinos, y en los que se destacan artistas que no están respaldados por una empresa o medio de comunicación. Es así como vemos reflejadas en la trama y en sus actores, nuestras conductas, nuestros propios temas. De esta manera, en la oscuridad de una sala teatral mientras se presencia un espectáculo, el individuo crece, piensa, reflexiona consciente o inconsciente para salir distinto a una sociedad que lo necesita y que se nutre en madurez de cada uno de sus componentes. Esta sociedad madura, potente, plena, es a la que apunta el teatro de arte, para brindar una comedia o un drama como una caricia. Porque el teatro quiere a sus espectadores, los necesita. Es de vital importancia cuidar y defender nuestros teatros que hoy pasan por serias dificultades. Una de ellas, quizá, la principal, sea la presupuestaria. Seguramente los vecinos de Montserrat, debido a la publicidad de las salas mayoritarias de la calle Corrientes, cargadas de obras extranjeras, estemos más al tanto de sus espectáculos, que de los propios. Vale resaltar la ausencia de obras argentinas en las salas mayoritarias, en los espectáculos bancados por empresas y medios de comunicación. Pero ese es ya un problema de la calle Corrientes. El Tambor quiere destacar la importancia de rescatar, en otras tantas, salas como La Ranchería, La Máscara o El Ghueto que son de nuestro barrio; para ello entrevistamos a sus directores, Jorge Venturini, Norberto Gonzalo y Brenda Peluffo, respectivamente.
¿Cuál es la situación actual del teatro independiente y del Ghueto en particular?
Peluffo: Particularmente lo que está pasando en El Ghueto es que todo, cada vez, cuesta un poco más. La gente sigue viniendo, pero cuesta la convocatoria. En el caso de “Ready Made” que es la obra que está hace más tiempo, como ya ha sido vista, la hacemos esporádicamente. Y en los estrenos que hubo, nos planteamos luego de la inversión inicial, si continuábamos haciendo los espectáculos a la gorra o cobrábamos entrada y se discutió con los grupos.
¿Y qué resolvieron?
Peluffo: Me tomó por sorpresa, pero decidieron cobrar entrada. Porque también está el miedo de hacerlo a la gorra y que no pase nada. Cuando empezó la crisis, el tarifazo y todo lo que ya conocemos, creímos que la solución era continuar pasando la gorra. Funcionó como estrategia al principio, pero luego se volvió un arma de doble filo.
¿Cuál es la situación en La Máscara?
Gonzalo: La Máscara es una sala que cumple que cumple 18 años de apertura, por lo cual se ha constituido de alguna manera, en un referente del teatro independiente, con un público reincidente en su mayoría. Pero que de todas maneras está atravesando como las más de 200 salas independientes de la ciudad un momento crítico absolutamente. No solo nosotros, así lo vive el teatro en general; tanto el comercial como el oficial atraviesan el mismo proceso.
¿Cómo la reman?
Gonzalo: Los teatristas para producir dependemos de dos herramientas fundamentales que son Pro Teatro en la Ciudad y el Instituto Nacional de Teatro, a nivel país. Esas herramientas que han sido creadas por nosotros mismos los teatristas en su momento y funcionan y deben funcionar como fomento de la actividad teatral independiente, subsidios, apoyo, difusión y promoción.
Venturini: Para mí, desde ya, el teatro es una actividad deficitaria. Pensemos que con el dinero que se recauda cuando cortamos tickets no alcanza para cubrir los costos. Es a través de los subsidios por funcionamiento, ya sea Pro Teatro o el Instituto Nacional, que llegamos a cubrirlos. El tema es que el Gobierno de la Ciudad congeló los montos de las asignaciones de Pro Teatro en 2016.
¿Y eso cómo impacta?
Venturini: Si hiciéramos los cálculos a grosso modo, el subsidio que recibimos hoy, representa el 50% de lo que deberíamos recibir si tomamos en cuenta la inflación sobre los gastos que debemos afrontar a diario. Nosotros este año vamos a dar por terminada la temporada el 1 de octubre. No nos quedó otra alternativa.
¿Cómo es la agenda de El Ghueto?
Peluffo: En este momento, los días viernes a las 21 hs. tenemos “Loop, alguna vez pensaste en el tiempo”, que es una obra encabezada por el laboratorio de jóvenes actores que la fuimos construyendo. Es un homenaje al año 90, se ven muy marcados los estereotipos de esa época, y es el primer proyecto 100% de El Ghueto. A continuación de la obra, tenemos un ciclo de música. Y los días sábado a las 21 hs. Va la obra “Casa Villano”, pero además, antes de la obra estamos con un ciclo de cine, con proyección de cortometrajes de 18 a 20 hs. Por lo general luego de la obra, hay varietés o jam de música, fotografía, que son eventos más para que la gente se acerque a compartir un buen rato, tomar algo y pasarla bien.
¿La Máscara tiene su público habitué?
Gonzalo: Como te decía La Máscara se ha convertido en un referente del teatro independiente. En este momento tenemos cuatro espectáculos en cartelera: “Teatro Desocupado”, un ciclo que responde como su nombre lo indica a una realidad específica desde el humor, que va los sábados a las 18 hs.; a las 20 hs., “Suerte para mí”, y “Paso Doble” de Gabriela Fiore, una suerte de grotesco del teatro nacional que va a las 22 hs. Acaba de concluir “He visto a Dios”, un clásico de Francisco Defilippis Novoa. Y se sumará a nuestra cartelera: “Muñequita” con dramaturgia y dirección de Romina de Haart.
¿Qué podemos ver en La Ranchería?
Venturini: Obras de muy buen nivel. En su mayoría obras argentinas, salvo “The Paranoiacs” que es la adaptación argentina de Corina Megna de dos cuentos de Edgar Allan Poe. “Babel Mall”, escrita y dirigida por Flavio Abraldes, “Venganzas sutiles… y de las otras” de Ricardo Echezuri sobre cuentos de Pablo Mourier, “Separarse de uno mismo” y “Espejos” dos creaciones colectivas y el domingo, cerrando, a la 17 hs. “La Lobotomía” de Rubén Ríos con dirección de Naon Soibelzohn.
Nuestro Teatro está a pocas cuadras de casa, ¿qué esperamos?
* Teatro "La Ranchería" - México 1152
* "El Ghueto, refugio de artistas" - Venezuela 1559
* La Máscara - Piedras 736
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