MIRADAS
La Plaza de Mayo, el territorio de la democracia
Por Yolanda Machado
Enclavado en el barrio de Montserrat se encuentra el
espacio que probablemente sea el más emblemático de la historia argentina: la
Plaza de Mayo. La plaza pública más antigua del país, donde Juan de Garay fundó
en 1580 la ciudad que hoy ocupa la actual Buenos Aires. Entonces se la llamaba
Plaza Mayor y desde allí hasta la actualidad, ha sido testigo y escenario de
los principales acontecimientos que han marcado, y marcan, el pulso de la vida
política y social argentina.
Antes de ser la que hoy conocemos recibió varios nombres:
Plaza Mayor, Solar del Adelantado, Solar de los Jesuitas. Allí se celebraban
ceremonias de todo tipo, religiosas y oficiales y se usaba como lugar público
para impartir justicia y castigo. También durante dos siglos (entre el s. XVII
y XIX) se llevaron a cabo corridas de toros. Desde su fundación sufrió diversas
transformaciones y por largo tiempo estuvo dividida en dos. La partición la
hacía la llamada “Recova vieja”, que funcionaba como espacio de comercio y
mercado para los vecinos de Buenos Aires. Quedaba de un lado la Plaza de la
Victoria y del otro, la Plaza 25 de Mayo. Tras la demolición de la Recova Vieja
en 1884, las dos plazas se unificaron, cambiando dramáticamente la fisonomía
del lugar e inaugurando ya definitivamente a la que hoy conocemos como Plaza de
Mayo. La decisión fue tomada por el entonces intendente de la Ciudad, Torcuato
de Alvear, quien dijo en aquel entonces que “hoy la plaza de mayo es lo que
debió ser desde mucho antes y había sido en la época anterior”, marcando ya
desde aquel momento la atemporalidad o si se quiere, la permanencia desde
siempre de la plaza como testigo privilegiado y vértice por donde pasan las
innumerables aristas del devenir histórico nacional.
Cargada de simbolismo en cada baldosa que la compone,
cualquier acto que en ella ocurra se magnifica y cobra significación especial.
Sólo por mencionar algunos momentos (hay muchísimos más),
recordemos que la Plaza albergó el mitin que se convirtió en el primer acto
político de masas de la historia contemporánea cuando se creó la Unión Cívica
en 1890; acogió a la multitud de obreros que en octubre de 1945 fueron a
reclamar la libertad del General Perón; vio y escuchó a Eva Perón inmortal;
sufrió el horror de las bombas en 1955 en el golpe de Estado contra Perón que
inauguró la llamada “Revolución Libertadora”, y que dejó más de 300 civiles
muertos. Es la plaza que vio al presidente Arturo Illia buscando un taxi tras
ser derrocado en 1966; la plaza donde las Madres de Plaza de Mayo claman aún
hoy por la aparición con vida de sus hijos e hijas desaparecidos durante la
dictadura del ‘76 pidiendo siempre por “memoria, verdad y justicia”; la plaza
que vio las luchas de “piquete y cacerola” durante la crisis de 2001, la que
vio al pueblo en las calles y a presidentes huyendo.
Es la plaza que en estos últimos años ha seguido siendo
tan vigente como siempre, bajo lluvia, sol y sereno. Donde se concentraron
multitudes a despedir a Néstor Kirchner en 2010; donde otra multitud escuchó a
Cristina Fernández al finalizar su segundo mandato en 2015; donde se pidió con
vehemencia por la vida de Santiago Maldonado; donde Mauricio Macri se despidió
recientemente de la presidencia del país, hace apenas unas semanas, también con
un acto, y donde se festejó de forma masiva y multitudinaria la asunción
presidencial de Alberto Fernández.
Curiosamente, durante el 8 y 9 de diciembre circuló por
las redes sociales un video donde se mostraba cómo se levantaban las rejas de
la Plaza -división que se instaló durante el último gobierno-. Con respecto a
esto, Fernández dijo en una entrevista: “No es bueno que la plaza donde
históricamente el pueblo siempre se expresó tenga rejas y que, además, las
rejas sirvan, para alejarlos del que manda".
Todas estas plazas son “La Plaza”, como lo definió hace
poco en una entrevista con el diario La Capital, de Rosario la periodista María
Seoane. “La Plaza es multiplicidad absoluta, a la vez que la historia
nacional,” señaló y dijo también que las rejas allí apuntaban a “fracturar el
relato histórico de la Plaza, y de la Argentina. La plaza "partida"
al medio por las rejas fue una representación del odio político de un sector de
la Argentina.”
Hace unos años atrás, en 2008, Seoane, con motivo de
cumplirse 25 años de democracia en la Argentina, también definiría a la Plaza
de Mayo como “La Plaza de Mayo de los sueños, donde se amasa el laberinto de
nuestras vidas (…), el territorio de la democracia, donde el presente es al mismo
tiempo pasado y futuro (…) Fue, es y seguirá siendo el corazón de la tormenta,
los dientes de la esperanza (…) Allí está escrito y por escribirse, el destino
de nuestra democracia”.
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