EDITORIAL
Mirar un poquito más allá
Por Martín Ciraolo
Cuando tomé papel y lápiz para
comenzar a escribir no supe por dónde comenzar –permítame la licencia, en
tiempos de la era digital, dónde solo los nostálgicos escribimos en papel por
placer y no por la necesidad o el apuro de tener que tomar nota de algún
teléfono o lo que fuere.
Marzo fue demasiado vertiginoso y
el comienzo de abril, con la llegada decidida del otoño y el cambio de clima,
pensé que nos iba a permitir ver las cosas desde otro lugar. Atrás quedaron los
40 grados promedio de temperatura de un verano infernal, nunca tan literal. Ese
frío, esa lluvia, esas hojas caídas que el viento se lleva podrían
perfectamente haber significado un alivio para tiempos complejos como los que
vivimos. Lo cierto es que no es tan así.
Mientras sigo escribiendo en la
hoja, veo que en el margen superior escribí unos números. No tengo idea de qué
son, porque la hoja estaba en la pila de “papeles borrador”. Me gusta hacer
eso. Armar el esquema, escribirme dos o tres ideas para luego desarrollar. No importa
eso, no me quiero ir por las ramas. Los números en el ángulo superior derecho
de la hoja, casi ilegibles puesto que –quienes me conocen, saben- que tengo una
letra pocas veces fácil de leer, de distinguir; ni que escribiera en código.
No, tengo letra chica y difícil de descifrar.
Volviendo a los números, bien
decía que no recuerdo de qué eran. Podrían haber sido parte de un número de
teléfono o un documento; ni idea.
502 547, no lo sé. Me disparó a
dos ideas u asociaciones de manera rápida. La secuencia 502 me recordó al viejo
y querido colectivo rojo que tomaba de chico en Ezeiza cuando iba a la casa de
mi abuela. Recuerdo que nos bajábamos del por entonces 86 (hoy, 8) cartel rojo
–también- en frente al Hogar Evita y luego hacíamos esa combinación. Y la
asociación del colectivo, con el paro de actividades que hubo luego del
asesinato del colectivero Daniel Barrientos, ocurrido en el partido bonaerense
de La Matanza. No quiero detenerme en el hecho en sí, ni en apreciaciones que
no son lo que me interesa indagar –aunque bien podría decir que La Matanza
tiene índices de inseguridad similares a otros distritos, pero carga consigo
muchos estigmas, que llevan por ejemplo, una periodista de renombre, a decir
que “personas de La Matanza fueron a ocupar un terreno en Mar del Plata”, hace
no muchos días.
La segunda asociación a la que
llegué muy rápidamente fue al alto índice de inflación. 7.7% en un marzo súper
caliente que tuvo a los productos escolares a la cabeza. No sé por qué, quizás
leí un número de 6 cifras para no ser considerado pobre o dentro de la clase
media. Tampoco quiero ahondar en las causas de este fenómeno que come sueldos,
billeteras, ahorros y nos complica la vida a diario.
Pero mientras pensaba en estos
dos ejes, me pregunté por qué llegue a esas asociaciones tan rápido. Hice un
intervalo –diría Graciela, mi psicóloga-, puse una distancia, paré la pelota,
levanté la cabeza. Pensé, pienso. ¿Hay algún otro número que haya sido tan
importante como estos dos datos? ¿Por qué voy allí y no voy a otros? Si la
semana pasada el gobierno nacional hizo entrega de la casa número 100.000
construida durante esta gestión. Es un dato muy importante. Son cien mil
familias que han tenido una solución habitacional.
Pero no, me fui para otro lado. Y
eso estimadxs, es lisa y llanamente por la influencia de los medios masivos de
comunicación, de lo cual, nadie está exento. Marcan tendencia, generan opinión,
inducen. Potenciado por redes sociales que fomentan la exacerbación, la
inmediatez, la confrontación sin la necesidad de argumentar, con Twitter a la
cabeza. La posverdad; la necesidad de reafirmar las creencias más que de
recibir información y poder analizar fríamente para poder tomar decisiones. No
voy a entrar en un debate sobre la subjetividad, saldado hace muchos años ya.
Aquí en El Tambor tenemos nuestras miradas; heterogéneas, pero miradas al fin.
Es por eso que siempre tratamos de tocar temas que no sean lo que ves en todos
lados. Y no por una cuestión de “no repetir”, de no repetirnos. Por una cuestión
de que, por más que sea con poca potencia, desde nuestro rinconcito en
Montserrat, seguimos creyendo que otra manera de informar y compartir es
posible.
Eso; compartir. De eso se trata.
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