EDITORIAL
Trae algo para tomar
Llevar algo para
compartir. Te comprometés con el resto a aportar algo. No está esa cosa
mezquina de, llegar y decir, 'Dale, la comida no está' o 'Esto es una
porquería, como no vas a comprar X cosa'. Ojo, puede que haya gente que sí.
Pero si no llevas nada, tenes la dignidad de al menos, no quejarte. Vas y
compartís.
40 años de democracia
en un país como el nuestro, exige al menos el compromiso de cada 2 años ir y
elegir sobre nuestro futuro. No todo es lo mismo. No todos son iguales.
A veces parece que,
por la coyuntura, todo diera lo mismo. La inmediatez, las necesidades
insatisfechas, otras tantas cosas... pero incluso, hasta en defensa propia, hay
que ejercer nuestro derecho. No se puede solamente exigir. De mínima, hasta me
hace pensar que es injusto por los que sí hacen cosas todos los días. Mejor,
peor, pero hacen. Con fuerza de voluntad, dejando tiempo que se podría destinar
a otras cosas.
En un mundo en el que
la inmediatez todo lo puede, o al menos, pareciera prevalecer sobre cuestiones
más comunes, mundanas, cotidianas, tenemos que tener el poder y la decisión de
poder hace la pausa. Para la pelota, levantar la cabeza, ver a quién tenemos al
lado para pasarle el balón, si me permiten la metáfora futbolera.
Corren tiempos
complejos. Se ve, se siente, se palpa, se huele. En los días previos a las
elecciones presidenciales sufrimos dos simbronazos fuertes: el asesinato de
Morena en Lanús y el de Facundo Molares en el obelisco.
Dos extremos. En uno,
la inseguridad se hace carne en los sectores populares; los más vulnerables,
los que más la sufren. Esos laburantes a los que este gobierno no les está
pudiendo resolver las cuestiones básicas. Todo eso, traducido en más
inseguridad –aunque está demostrado estadísticamente que, desde el 2014 en
adelante los índices de criminalidad han corrido siempre en baja- de la única
manera que se puede solucionar es con trabajo (de mejor calidad), mejores
salarios, más educación. En perspectiva, recuperar la senda de futuro, cosa que
hoy es totalmente incierto.
Por otro lado, el
“orden”. Tras una movilización pacífica, con muy poca gente –ni siquiera estaba
cortado el tránsito- la dispersión se carga consigo a uno de los manifestantes.
Están los videos, y se viralizaron por todas partes. No entraré en detalle,
pero sí es menester resaltar esto: por un lado, la carencia de respuestas y por
otro, el exceso total devenido en muerte. Allí la discusión. Qué clase de
Estado queremos y qué hacemos al respecto. El Estado somos todos y es
responsabilidad de quienes habitamos el suelo nacional hacernos cargo; de
alguna manera, por más mínima que sea.
Volviendo a la
analogía de la mesa, la del principio de esta nota, nadie pide que lleves el
vino más caro ni un corte de carne premium. Basta con una botella de agua o un
poco de pan. Algo para compartir.
Porque, a fin de cuentas,
los gestos hoy día valen. Y mucho.
Compartamos y defendamos la democracia.
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