sábado, 26 de noviembre de 2016


No vamos a decir nada nuevo, aunque él nos insta a intentarlo. Porque primero hay que soñar para luego poner manos a la obra. Siempre luchó para que la llama de lo utópico no se apague.  Hoy nos pasa la posta. Tamaña empresa no se logra sin dar una dura batalla contra lo inmediato, la comodidad, lo efímero. Hay que comunicar, como dijo Nestor, que tenemos un sueño. El sueño, de lo justo, de un mundo mejor, para todas y todos.
Hoy, el barrio de Monserrat te despide, con una salva de truenos y relámpagos como corresponde a tus honores; honores de Comandante del soldados cuando hubo que pelear, Comandate de médicos que dieron ayuda cuando hubo que curar, Comandante de maestros cuando hubo que educar.

En Montserrat, hoy  el cielo se rompe para que un hombre de tu tamaño pueda entrar.   


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