lunes, 25 de septiembre de 2017

Síndrome de Estocolmo


Síndrome de Estocolmo

Por Daniel Sica

 

Así se denomina al trastorno psicológico que sufren las víctimas de un secuestro, las cuales desarrollan una relación de complicidad y de vínculo afectivo con el captor.

Su nombre se debe al asalto a un banco en la ciudad de Estocolmo, Suecia, durante el año 1973, en el cual los rehenes salieron en defensa del asaltante y manifestaron que le temían menos a él que a la policía.

Este fenómeno ha hecho que ciertos psicólogos desarrollen la llamada “técnica de 4 pasos” que permitió adaptar lo sucedido, y usarlo para la manipulación de masas.

Algunos de los más renombrados usuarios de ésta técnica fueron Ronald Reagan y Margaret Thatcher para convencer a los ciudadanos de sus países que aceptasen recortes en los presupuestos, despidos, bajas de salarios y pérdida de derechos laborales en nombre de un futuro mejor. Cabe aclarar que hoy, más de cuarenta años después, la situación de las clases medias y bajas en ambos países ha empeorado notablemente respecto del momento anterior a las draconianas medidas tomadas.

La primer ministro británica lo sintetizaba en una sola frase: “nosotros o el caos”.

 

Los cuatro pasos son:

1º) Provocarle a “la víctima” una crisis muy intensa que conlleve el riesgo de perderlo todo.

2º) Cerrar todas sus vías de información alternativa, hasta que en adelante “el victimario” se convierta en la única fuente de información confiable y directa.

3º) Hacerle saber a “la víctima” que hay una sola salida posible a la crisis y esa salida está en manos de “el victimario”.

4º) Transferir todo el peso de la responsabilidad por el eventual fracaso de la estrategia a “la víctima” (Cualquier indicio de falta de colaboración o protesta convertirá a la víctima en responsable de su propia desgracia).

 

Obviamente consideramos “la víctima” al pueblo y “los victimarios” a sus gobiernos y, éstos a su vez, manipulados por el establishment local.

Cumpliendo estos simples pasos “la víctima” pondrá su máximo esfuerzo en pos de ayudar a su victimario.

¿Cómo? Apoyando al victimario para que siga conquistando poder una elección tras otra.

Reagan obtuvo su reelección y gobernó ocho años (plazo máximo que se permite en EE.UU.), Thatcher lo hizo durante once años (el mayor período que gobernó un primer ministro durante el siglo XX).

Por eso deberíamos desterrar el mito de que en los países del, mal llamado, primer mundo son más inteligentes. Hay ciudadanos tan manipulables como en cualquier otro país. Como consecuencia las clases altas de un reducido grupo de países detentan mayor poder en nombre del “progreso”, el de ellos por supuesto.

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