viernes, 14 de febrero de 2020

Montserrat a través de sus edificios: el Otto Wulff


INVESTIGACIÓN

Montserrat a través de sus edificios: el Otto Wulff
Por Yolanda Machado
  

Cuando uno va caminando por la Avenida Belgrano y llega a la intersección con la calle Perú, frente al bar “El Colonial” ve otro bar, un café Starbucks. Pocos miran un poco más arriba, pero ese café está en la base (y forma parte) de un edificio considerado de los más relevantes del barrio de Montserrat y de la Ciudad de Buenos Aires: el Otto Wulff.

Inaugurado en 1914, fue construido por encargo del empresario alemán Otto Wulff, de quien toma el nombre. Su estructura es de hormigón armado, rasgo muy moderno para aquel entonces, y cuenta también con dos cúpulas, en vez de una sola, que era lo más usual.

La obra, considerada de estilo “Jugendstil” o “Art Nouveau alemán” fue realizada por el arquitecto danés Morten F. Rönnow, quien también tuvo a su cargo varios proyectos de importancia en la ciudad, como la Iglesia Dinamarquesa ubicada en el barrio de San Telmo, y la Casa Schenström, en Barrio Parque, que funciona actualmente como residencia del embajador de Suiza en la Argentina.

“Otto Wulff quiere construir un rascacielos inspirado en el Singer Building, el más alto del mundo -de 167 metros, hoy demolido- que conoce cuando en 1909 sus amigos de Hamburgo, los hermanos Singer, lo invitan a recorrerlo a su paso por New York. Lo construye para que sea la sede de su empresa registrada O.W. El Lobo y para oficinas de alquiler”, nos explica el arquitecto Fernando Lorenzi, quien se especializa en la historia del edificio.

El Wulff fue en efecto, con doce pisos, el edificio más alto de Buenos Aires hasta la construcción del Palacio Barolo en la década de 1920. Al igual que este otro edificio, el Wulff estuvo rodeado de mitos sobre su construcción, como por ejemplo, que fue hecho con el objetivo de ser la sede de la Legación del Imperio Austrohúngaro. Sin embargo, estudios sobre la historia del edificio han demostrado que no fue así y que, de hecho, la Legación ya tenía una sede en Buenos Aires que había sido inaugurada en 1912.

No sólo impactó en la época su altura o las dos cúpulas, sino que su fachada contenía detalles que son hasta hoy intrigantes para el transeúnte o ciudadano de a pie que pasa por allí y se detiene, en medio de sus prisas cotidianas, a mirar hacia arriba.

De forma curiosa y singular, el Otto Wulff aparece como si estuviera sostenido por los hombros y espaldas de figuras humanas, llamadas atlantes. Son ocho en total y miden cinco metros cada una.

“Los esculpe Franz Metzner, integrante de la Secesión Vienesa y con una descollante obra cuyo rasgo particular es la integración de sus creaciones escultóricas en la arquitectura de edificios públicos y monumentales, donde se aprecia la expansión y protagonismo de sus esculturas hasta límites en que se funden con la expresión de la arquitectura que supuestamente ornamenta”, detalla Lorenzi y agrega que “la impronta de los telamones (atlantes) de Metzner, definidos en estilo déco para la arquitectura del Otto Wulff sorprenden por tres cosas: no las esculpe en piedra, sino que son piezas moldeadas de hormigón armado recubiertas por un revoque simil piedra parís con agregados gruesos que le dan relieve, con el cual, al definir Rönnow con él, toda la cobertura exterior del edificio, logra plasmar la imagen de una arquitectura tallada en piedra, cuando no lo es”. 

El especialista además agrega que “la construcción de estos colosos suponen en la obra de Metzner una singularidad por el empleo de otra técnica constructivo-escultórica que sólo emplea en el Otto Wulff” y que “en consonancia con la idea de Rönnow de la ilusión de edificio de piedra tallada, Metzner se adscribe a uno de los mensajes centrales del simbolismo masónico que le imprime el arquitecto danés a la obra, representando en cada uno de ellos los oficios de las cofradías de la construcción medieval, hasta el límite, una vez más, al representarse a sí mismo como Tubal Caín, el nieto de Caín, que la mitología instala como el sabio original desde el cual supuestamente emanan todas las enseñanzas y saberes secretos de los gremios de la construcción.”

Hay que señalar también que el Otto Wulff se construyó en el solar donde antes estaba la conocida casa de la “Virreina Vieja”, que había sido residencia del Virrey del Pino y su esposa y, tenía un valor histórico particular. Sin embargo, como señala el arquitecto Francisco Girelli en un trabajo recientemente publicado sobre algunos aspectos relevantes de la trayectoria de Rönnow en la Argentina, su demolición no se debió a la construcción del edificio, sino al ensanchamiento de la Avenida Belgrano que se había promulgado en 1909. La casa fue así demolida (como gran parte de construcciones de la época colonial) y reconstruida nuevamente y ésa fue la que se demolió para la construcción del edificio que hoy se yergue en dicha esquina.

Sin embargo, señala Girelli en su texto que Rönnow se dio cuenta de la importancia de esta casa desde el punto de vista no sólo histórico, sino arquitectónico (era “la última gran construcción civil del periodo colonial existente en Buenos Aires”), y llevó a cabo un relevamiento muy exhaustivo y preciso del edificio. “Seguramente no imaginaba que se trataba del primer relevamiento material de un edificio histórico realizado en el territorio argentino”, remarca el escrito.


La historia del Otto Wulff y los detalles que rodean su construcción y significación son muchos más de los que tenemos espacio de reseñar aquí. Sin embargo, el reconocimiento y la puesta en valor de lugares como este es algo central para habitar con mayor apego y pertenencia la ciudad en la que vivimos.

El café Starbucks que está en la parte baja y que se mencionó al principio de esta nota, no se instaló sin conflicto, de hecho, según nos detalló Lorenzi, “pretendían modificar las fachadas en su proyecto inicial, algo que finalmente no lograron hacer”. Fue este mismo arquitecto quien hizo que se clausurara el local “durante una obra que hacían sin permiso” cuando comenzó a instalarse.

Para Lorenzi existe, por otra parte, “un gran déficit en el estudio, divulgación y recuperación del patrimonio tangible e intangible de Buenos Aires y la Argentina: una gran carencia que hay en su inventario” y agrega que “no puede cuidarse lo que no se sabe que se tiene y no se sabe lo que se tiene porque falta mucho trabajo en relevar e inventariar nuestro patrimonio”.

En este sentido señaló que “hay muchas arquitecturas de similar y mayor valoración patrimonial que el Otto Wulff en Montserrat y en Buenos Aires, pero en orden a lo que expresé antes, supongo que algún día lo sabremos.”

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