EDITORIAL
No es una cuestión de paladar.
Marzo, qué mes. Cuando tomé papel y lápiz para empezar a escribir estas
líneas -me permito la primera persona-, pensé en eso. Qué mes. Acto seguido me
detuve y me dije para mis adentros; todos los meses son meses importantes por
distintas circunstancias. Entonces, por qué pensar en qué marzo sea distinto a
los demás si, por alguna causa cualquiera que fuera, ellos demás se
distinguirán por algún rasgo.
Sin embargo, este no es un marzo cualquiera. Se cumplen 40 años del retorno
a la democracia y eso no es un dato menor. En tiempos donde muchas cosas se dan
por hechas, por garantizadas, por naturales, es necesario parar la pelota,
hacer una pausa. Leer en letras de molde o escuchar en programas de TV en
horario central a determinadxs personajes hablar con tal liviandad sobre lo
ocurrido en el período que comprende los años 1976-1983 nos remite a priori,
reflexionar. Periodistas, diputados, personas conocidas, famosas, cuestionar si
fueron 30.000 o no, realmente es preocupante.
El contexto no es el mejor. Probablemente, desde el retorno a la
democracia, estamos en un momento de fragilidad muy preocupante. Las
instituciones no funcionan como debieran. Una medida cautelar emitida por
cualquier juzgado federal tiene capacidad de tumbar una ley nacional o un
decreto firmado por el Presidente de la Nación. El parlamento nacional, en
particular la Cámara de Diputados, tiene varios proyectos importantes que no
son tratados porque la oposición no da quórum y no habilita el debate. Ya no
pasa por una cuestión de paladar o el prisma ideológico desde donde analizamos:
si no estuviesen de acuerdo, que voten en contra de lo que plantea el
oficialismo. O viceversa. No; aquí no se debate. Costó horrores conseguir el
quórum para que se trate en sesión extraordinaria la ley de inclusión
previsional para que la ANSES pueda jubilar a más de 800.000 personas que sin
esta herramienta no podrían acceder a un derecho tan elemental, básico -y
humano- como lo es este. Empresas de diversa índole marcando y remarcando
precios de alimentos u otros servicios con el aval de la Corte Suprema de la
Nación, como son los casos de los aumentos en la medicina prepaga o las
telecomunicaciones. Todo esto, sin entrar en el rol que tienen los medios de
comunicación hegemónicos; eso lo dejamos para la próxima.
No obstante, democracia al fin. Y hay que cuidarla.
Cuidarla porque ha costado mucho. No es una frase hecha; costó vidas.
Evidentemente, en estos tiempos donde todo es tan rápido, tan efímero, tan
líquido, donde vale más una imagen, un recorte, un tuit, debemos volver a lo
artesanal -en términos del “Piti” Alvarez*, me permito la digresión. Volver a
lo básico, a lo más llano, a lo más obvio. 30.000 personas fueron detenidas,
torturadas, asesinadas, desaparecidas. Les robaron sus pertenencias, su
patrimonio; incluso a muchos de ellos, sus hijxs. Por eso es tan importante el
trabajo que realizan los organismos de derechos humanos, y en esta materia,
continuar destacando lo que realiza Abuelas de Plaza de Mayo, que continúa
buscando a los casi 400 nietos y nietas que faltan. Madres de Plaza de Mayo,
con sus rondas de los jueves, con la lucha inclaudicable. Más en este momento,
que será el primer 24 de marzo sin la presencia física de Hebe de Bonafini,
quien ha sido la voz de los que no han tenido voz, durante muchísimo tiempo.
Afortunadamente, el cine argentino volvió a ser noticia y a ponernos en la
primera plana internacional con la película “Argentina 1985” -que recomendamos
ver. Puede gustar más o menos el enfoque, pero nuevas generaciones de pibes y
pibas pudieron acercarse a esta etapa de la historia y entender de que fue la
cosa. De que va la cosa.
No pasa por una cuestión de paladar o el prisma ideológico desde donde
analizamos, si estamos más o menos de acuerdo. Son debates ya saldados. El
horror, el terror, la persecución, fue instrumentado desde el propio estado,
quien debe ser garante de nuestros derechos.
¿Se imaginan salir de casa y no volver? ¿Se imaginan lo que significa no
poder manifestarnos, expresarnos libremente? Que te paren por la calle, que te
lleven por tus simpatías políticas o preferencias de qué ropa usas, el largo
del cabello, tu sexualidad o que entren a tu casa porque tu nombre figuraba en
alguna agenda, cuaderno o anotador de otra persona. Lo escribo y se me pone la
piel de pollo.
Estamos en un momento bisagra de nuestra historia y es menester hacernos
cargo del lugar que nos toca como ciudadanos de este país. No es una cuestión
de paladar.
Nunca más, es nunca más.
*”Lo artesanal” un temazo de Viejas Locas.
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